sábado, 8 de agosto de 2015

El patrimonio monumental de Azuaga a través de la Historiografía artística: Aproximación bibliográfica



EL PATRIMONIO MONUMENTAL DE AZUAGA 

A TRAVÉS DE LA HISTORIOGRAFIA ARTISTICA: APROXIMACION BIBLIOGRAFICA

por 

Salvador Hernández González

en

Publicado en Revista de Feria y Fiestas de Azuaga (2003), 

págs. 103 – 110.

                         


1.     Visiones globales del patrimonio artístico de Azuaga: de los diccionarios geográficos a los catálogos monumentales y guías artísticas.


Como testimonio de su pasado, Azuaga conserva un interesante patrimonio monumental integrado como es sabido por una serie de construcciones tanto religiosas como civiles que guardan en su interior piezas artísticas de diferente valor, pero que son elocuente muestra de la religiosidad popular y formas de vida de otras épocas. En torno a las fundaciones eclesiásticas y piadosas establecidas en la localidad, como la parroquia de Nuestra Señora de Consolación, el convento de Nuestra Señora de la Merced, la iglesia del Cristo del Humilladero, las ermitas y cofradías, etc. se desenvolvió la actividad de artistas (arquitectos, escultores, pintores, orfebres, etc.) que se dieron cita para el ornato de estos recintos sagrados.

Este patrimonio monumental ha recibido cierto número de estudios por parte de la historiografía artística, producción bibliográfica que queremos reseñar al objeto de obtener una visión panorámica de lo que sabemos y conocemos sobre este legado de las Bellas Artes en la localidad. Es decir, trataremos de presentar un estado de la cuestión, ciertamente incompleto dad la imposibilidad de disponer de algunos trabajos, sobre la historia del arte en Azuaga, que nos dé idea de los monumentos y obras objeto de estudio, fuentes utilizadas, metodología y aspectos analizados.

Si tenemos en cuenta que la Historia del Arte, como disciplina científica independiente de la literatura, la historia propiamente dicha y la arqueología, se consolida a lo largo de los siglos XIX y XX, nos encontramos con que las primeras semblanzas que conocemos sobre el patrimonio artístico de Azuaga proceden – dejando aparte las fuentes propiamente archivísticas – de algunas producciones bibliográficas de dichas centurias, que sin ser obras específicamente dedicadas a las Bellas Artes, sí aportan referencias sobre nuestros monumentos, con valor puramente estadístico más que descriptivo. Este es el caso de algunos diccionarios geográficos y guías provinciales que, sin entrar en el análisis de los edificios y su contenido artístico, aportan al menos la nómina de los monumentos artísticos existentes en la localidad.

Ya a fines del siglo XVIII el interés despertado por la Ilustración en torno al estudio de la geografía, la historia y la arqueología había provocado algunos intentos de realización de diccionarios geográficos de España que diesen una visión panorámica de nuestros pueblos, abarcando aspectos tan variados como el medio físico, población, recursos económicos, urbanismo y edificios notables, como iglesias, conventos, ermitas, castillos o restos arqueológicos. En esta línea hay que recordar el proyecto emprendido por Tomás López, geógrafo real de Carlos III, quien envió una encuesta a los párrocos de los pueblos pidiendo datos para la redacción de su nunca publicado diccionario, del que sólo han visto la luz y en fechas recientes los textos correspondientes a unas pocas provincias, entre ellas las dos extremeñas. En las respuestas enviadas por el párroco Francisco Hernández de la Villa con fecha 19 de abril de 1798 [1] , se recoge una relación de los edificios religiosos entonces existentes:

“ Tiene una suntuosa iglesia parroquial de exquisita escultura y cantería, concluida en el año de 1528, de tres naves, su longitud 273 pies y de la latitud lo que en reglas de geometría le corresponde, con cuatro capillas, siendo su titular Nuestra Señora de Consolación y se hallan colocadas las reliquias siguientes: una espina de las setenta y dos de la corona de Cristo Señor Nuestro, parte de la esponja de su Pasión, parte de la cabeza de San Lucas Evangelista y la de San Sevaldo confesor, de San Fabián, San Sebastián y de las Once Mil Vírgenes, que fueron colocadas el 18 de diciembre de 1547 y se condujeron a esta villa por concesión de Su Santiad Paulo III, sacándolas del convento de Santo Domingo de la ciudad de Morinverg en Alemania, a Don Juan Zapata, natural de dicha villa. Tiene ésta doce ermitas, hay nueve dentro de la población y entre éstas una casa de caridad y dos hospitales, siendo famosísima la del Señor del Humilladero, efigie que se lleva el cordial afecto y devoción de todo este vecindario, por los muchos beneficios que ha recibido en todas las necesidades que ha recurrido a su divina protección y por los muchos milagros que ha obrado (...). También es digno de la mayor atención el oratorio de San Felipe Neri, construido a expensas de los hermanos de la Santa Escuela de Cristo, no sólo por el primor de su obra sino es por el mucho culto y contínuos ejercicios que en él se practican. Extramuros está la ermita de Santa Catalina a distancia de un cuarto de legua, la de San Isidro a legua y media y la de San Bartolomé a tres cuartos de legua, la que por tradición se dice haber sido casa de los extinguidos templarios. Hay en dicha villa un convento de la Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced, Calzados, y corresponde a la provincia de Andalucía, fundado en el año de 1590 “.

Con los mismos planteamientos, la Real Audiencia de Extremadura ordenó por los mismos años de finales del siglo XVIII la elaboración de su conocido Interrogatorio como instrumento de diagnóstico de la realidad política, social y económica de la región [2]. Algunas de las respuestas a esta encuesta, al referirse a la Iglesia, informan tanto de la estructura administrativa eclesiástica – parroquias, capellanías, cofradías, número de conventos y ermitas, etc. – como de los edificios destinados al culto, de los que para el caso de Azuaga se destacan los dos más importantes [3] : “ La Iglesia Parroquial y la capilla del Santo Cristo del Humilladero son dos edificios notables, aquélla en una fábrica de orden gótico perfecta, y ésta es moderna, pero construida según las reglas de buena arquitectura “.

Ya a mediados del siglo XIX, nos encontramos con ese monumento bibliográfico de la historiografía española que es el Diccionario geográfico – histórico – estadístico de Pascual Madoz, obra modélica entre las de su género y que ciertamente debió aprovechar el material recogido por Tomás López. En su obra, Madoz atiende a aspectos tan variados como la situación de la localidad dentro del marco provincial, distancias a los centros administrativos de los que depende y localidades vecinas, situación del casco urbano, límites municipales, red hidrográfica y características del terreno, abordando además la cuantificación no sólo de la producción agropecuaria, industrial, comercial y de los efectivos poblacionales, sino también del personal eclesiástico y edificios religiosos, que inserta dentro del marco descriptivo del urbanismo local planteado en su obra. En el caso de Azuaga, el autor cita de pasada la parroquia, “ que es un edificio magnífico y espacioso construido según varios rótulos que se observan en el coro, por los años 1528, con torre en forma de castillo “, el ex- convento de los Mercedarios, el santuario del Cristo del Humilladero y las ermitas de Santiago, Señor de la Humildad y Paciencia y la Aurora [4].

La segunda mitad de la centuria, marcada ya por el signo de la historiografía romántica, conocerá la proliferación de diccionarios histórico – geográficos que no suelen prestar excesiva atención al patrimonio artístico (salvo en el caso de los grandes monumentos de las capitales de provincia, generalmente), sin que se aborde el análisis sistemático de los monumentos ubicados en los pueblos, aunque el nuevo impulso que toma la historia local hace que se publiquen algunas monografías en las que se estudian con notoria erudición no sólo los acontecimientos que conforman el pasado de la localidad, sino también los vestigios arqueológicos y la arquitectura religiosa, civil y militar, corriente historiográfica en la que se inscribe plenamente la historia de Azuaga elaborada por Félix Rodríguez Díaz, obra de la que no hemos podido disponer para enjuiciarla adecuadamente [5].

Esta situación de inercia va a experimentar un profundo giro a comienzos del siglo XX. Los nuevos planteamientos historiográficos, de acuerdo con la ilusión de un resurgimiento cultural y científico que hiciese superar el trauma de la crisis de 1898, reclamaban la necesidad de catalogar nuestra riqueza artística, como instrumento básico e imprescindible para su estudio y difusión. De acuerdo con este sano criterio, un decreto de 1 de junio de 1900 ordenaba la formación de un Catálogo monumental de España, usando de criterios más científicos, rigurosos y precisos, tarea que se haría por provincias y sería publicada por el Estado [6]

Tan ambicioso proyecto nació marcado por la penuria tanto de medios como de personal cualificado para llevarlo a cabo, por lo que sólo aparecieron, muy irregularmente, los catálogos de unas pocas provincias, entre ellos el de Badajoz en 1926, a cargo de José Ramón Mélida, quien describe los monumentos partiendo de la visión directa de los mismos, avalado además por las reproducciones fotográficas que incluye, a pesar de haber dejado fuera de este corpus monumental algunos edificios que tal vez no considerase dignos de aparecer reseñados por su desigual valor artístico. Se analiza tanto la arquitectura religiosa como la civil, sin olvidar las fortalezas y recintos amurallados urbanos, describiéndose plantas, alzados, materiales, soportes, sistemas de cubiertas y elementos ornamentales. Más escueta resulta su relación de las piezas artísticas albergadas en los templos, de las que destaca las pertenecientes a los estilos gótico y renacentista, tratando con cierto desdén, cuando no las silencia, las producciones del Barroco, postura que no hace sino continuar los planteamientos estéticos de la historiografía del siglo XIX, a pesar del moderno y preciso rigor descriptivo que aflora en la obra. 

En el capítulo de Azuaga [7] se describen los restos del castillo, la parroquia, la iglesia de la Merced y algunas ventanas mudéjares dispersas por el casco urbano. Cuando aborda la relación de las piezas custodiadas en estos templos, selecciona las más acordes con su sensibilidad estética, es decir, las medievales y renacentistas (en la parroquia, el retablo mayor, la pila bautismal y la pintura en tabla de Nuestra Señora de la Rosa, y en la Merced, un retablo gótica con pinturas en tabla de temática hagiográfica), pasando muy de puntillas por las producciones barrocas, aunque en contrapartida recoge algunas muestras de artes suntuarias, como la selección que hace de piezas de platería del templo de Nuestra Señora de Consolación, entre las que destaca la custodia procesional. A pesar de sus limitaciones, el catálogo de Mélida se constituye en un documento de obligada consulta para el estudio del patrimonio artístico de la provincia de Badajoz, máxime si tomamos en consideración el hecho de que parte de las obras que recoge perecieron en los desgraciados sucesos de 1936, por lo que los comentarios e ilustraciones del texto de esta obra adquieren auténtico valor testimonial.

Paralelamente, la labor documentalista emprendida desde las primeras décadas del siglo XX por los investigadores sevillanos en el Archivo de Protocolos de la capital hispalense aportaba referencias sobre la ejecución en sus talleres de varias obras para Azuaga, aunque desgraciadamente no todas han llegado hasta nuestros días. Iniciada esta labor de exhumación documental por José Gestoso y Pérez, su línea fue continuada por la labor personal de López Martínez y la de los investigadores agrupados en el entonces recién nacido Laboratorio de Arte de la Universidad de Sevilla, con nombres tan señeros para la historiografía artística como Bago y Quintanilla, Hernández Díaz, Muro Orejón y Sancho Corbacho. 

En relación con Azuaga, aportaron datos relativos a los encargos efectuados durante los siglos XVI y XVII en los obradores hispalenses, fundamentalmente esculturas y conjuntos retablísticos. Así López Martínez recoge noticias en torno a diversas obras: el contrato y ejecución de un tabernáculo para la ermita de Santa Eulalia, del que se ocuparían Juan Bautista Vázquez en la arquitectura y Andrés de Ocampo de la imagen titular, entre 1588 y 1591 [8]; datos relativos al largo y complejo proceso de ejecución del desaparecido retablo mayor de la parroquia de Nuestra Señora de Consolación, que se escalonan entre un primer encargo en 1578 a los entalladores Francisco Isidro de Aguilar y Rodrigo Lucas, el traspaso de la obra a Andrés de Ocampo y el remate definitivo de la obra a cargo de Juan de Oviedo el Mozo, quien lo concluyó en 1596 [9]; las labores de dorado y pintura en 1614 del retablo de la Hermandad de San Pedro en la parroquia, a cargo de los pintores Vicente de Perea y Blas Martín Silvestre [10] ; y el encargo en 1624 al último artista citado de una imagen de San Blas para la cofradía de su nombre [11], participando además ambos artífices en las tareas del dorado y policromía del retablo mayor del templo parroquial, labores sobre las que aportan noticias Heliodoro Sancho Corbacho y Miguel de Bago y Quintanilla en los Documentos para la Historia del Arte en Andalucía [12]

Siguiendo esta línea de investigación archivística, en la pasada década de los ochenta y desde la vecina Llerena el notario Don Antonio Carrasco García exhumaba del archivo de Protocolos numerosas noticias artísticas, alguna de ellas relativa a Azuaga, como la referida a la fallida intervención de Juan Bautista Vázquez el Mozo en el retablo mayor de la parroquial de Consolación [13].

Volviendo a la década de los treinta, las repercusiones que la tragedia de la Guerra Civil tuvo en el patrimonio artístico pacense fueron analizadas por Adelardo Covarsí, quien al evaluar las pérdidas sufridas por la parroquia de la Consolación de Azuaga subraya la irreparable pérdida de todos los retablos, imágenes, pinturas y parte de la orfebrería [14], pronunciándose en la misma línea el informe recogido por la Comisión Provincial de Monumentos en 1937 [15]

Tras la atonía de la postguerra, a partir de la década de los sesenta y setenta se revitaliza el interés por el patrimonio artístico extremeño. En 1961 el Conde de Canilleros nos deja una guía regional en la que, con marcado sentido literario y en apretada síntesis se facilitan algunos datos sobre la historia de Azuaga y se plantea una apretada visión panorámica de los principales monumentos de la localidad: la parroquia, la iglesia de la Merced, el templo del Cristo del Humilladero y los restos del castillo [16]. Tres años más tarde Carlos Callejo Serrano mostraba en la guía de Badajoz y su provincia una sucinta visión de los monumentos azuagueños, centrada en la descripción de la arquitectura del templo de Consolación y la cita, muy de pasada, de las iglesias de la Merced y del Cristo [17]. Continuando esta tradición regionalista encontramos a finales de la década de los setenta el volumen colectivo dedicado a Extremadura dentro de la colección Tierras de España patrocinada por la Fudación Juan March, en cuyo capítulo del Arte, a cargo del profesor Alvarez Vilar, se describe la rica torre – fachada de la parroquia de Azuaga [18].

Las últimas décadas del siglo XX asistirán a una notable proliferación y diversificación de los estudios sobre el arte en Azuaga. La actividad de los estudiosos locales y de los investigadores vinculados a instituciones como la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes y la joven universidad extremeña, van a renovar el panorama de la historiografía artística en la Baja Extremadura, con nombres como los de Pilar Mogollón Gano – Cortés (a cuyos trabajos sobre el mudéjar extremeño nos referimos más adelante), Florencio Javier García Mogollón (especializado en el campo de la platería, al que más adelante volveremos), y Carmelo Solís Rodríguez y Francisco Tejada Vizuete, quienes en la monumental Historia de la Baja Extremadura plantean una exhaustiva visión del patrimonio de la provincia de Badajoz con notable acopio de noticias documentales que han contribuido a perfilar, en el caso de Azuaga, la nómina de los artistas que para ella laboraron y cuya producción ha desaparecido en su mayor parte como es sabido a causa de los avatares de nuestra historia contemporánea. Una actualizada visión del patrimonio artístico de la localidad, especialmente de su arquitectura y en la línea de los catálogos monumentales, encontramos en el volumen colectivo sobre los Monumentos artísticos de Extremadura, donde se describe la parroquia de Consolación y la iglesia de la Merced [19].


2.     Estudios sobre la arquitectura y urbanismo de Azuaga.


Como plasmación en la trama urbana de todo un proceso de evolución histórica, el urbanismo de Azuaga cuenta con algunos estudios, como los de Alberto Gonzalez Rodríguez [20] o el evocador recorrido que realiza Tejada Vizuete por la localidad [21] . Algunos elementos de la morfología del casco urbano han sido también objeto de análisis, como la Plaza Vieja y la Plaza Mayor, estudiadas por José Ignacio González Lorenzo [22]; el plano de 1570, analizado por Ramón Medina Cledón [23], o la vivienda popular, estudiada por Manuel Mateos García [24].

Pasando ya al elenco propiamente monumental, hay que comenzar refiriéndose al castillo, cuyo estudio es abordado por Manuel Garrido Santiago, quien contando con el apoyo de la documentación sobre la Orden de Santiago conservada en el Archivo Histórico Nacional [25] , acomete el análisis de los pocos restos conservados [26] , a los que también se refiere, en cortas líneas y dentro de su estudio sobre la fortalezas hispano – musulmanas, Basilio Pavón Maldonado [27], al igual que lo hace María Teresa Terrón Reynolds en su guía de los castilos de Badajoz [28].

El amplio desarrollo alcanzado por la arquitectura mudéjar en Azuaga ha sido objeto de análisis, dentro del contexto general del arte mudéjar extremeño, por la profesora Pilar Mogollón, quien analiza la portada de la iglesia de la Merced y la interesante nómina de viviendas mudéjares dispersas por el casco urbano, obras cuya descripción formal acomete con rigor y precisión [29], patrimonio que también ha sido objeto de atención por parte de Rafael Pardo Martín [30]. Este campo de estudio del patrimonio arquitectónico medieval es compartido por la profesora Aurora Ruiz Mateos, con sus trabajos sobre la Casa de la Encomienda (donde se analiza la desaparecida de Azuaga) [31] y las ermitas de la Baja Extremadura [32]

Desde el punto de vista de la documentación de archivo, más que del análisis directo de los edificios, están planteados el estudio de Vicente y José Manuel García Lobo sobre las ermitas de la Baja Extremadura al final de la Edad Media – incluyendo la nómina de las existentes en Azuaga en las postrimerías del siglo XV [33] - y la tesis de Pilar Flores Guerrero sobre la arquitectura religiosa en el Priorato de San Marcos de León durante los siglos XV y XVI, en la que se aportan interesantes noticias sobre los templos de Santa Olalla y Nuestra Señora de la Consolación, convento de la Merced y ermitas de San Bartolomé, Santiago, Nuestra Señora de la Paz y Santa Catalina [34]. También desde esta línea documentalista hay que contar con las aportaciones de Eladio Méndez Venegas, que basándose en los informes de la Visita Pastoral santiaguista de 1498 deja perfilada la situación de las iglesias y hospitales de Azuaga en las postrimerías del medievo [35], y de Carmelo Solís, quien recoge parcialmente algunos datos sobre las obras en curso en la parroquia de Consolación a mediados del siglo XVI [36].

En los últimos años, el volumen dedicado a Extremadura dentro de la colección La España Gótica describe una muestra tan representativa del estilo como es la parroquia azuagueña [37], cuya espléndida fachada ha sido minuciosamente analizada  por Hernández Nieves [38]. Las relaciones de nuestro templo con la arquitectura portuguesa del estilo manuelino son subrayadas por el profesor Alvarez Vilar a través de su comparación con la iglesia de San Juan Bautista de Vila do Conde [39]. Conviviendo con este peculiar gótico tardío, asoman en la parroquia azuagueña algunos rasgos renacentistas, como la ventana plateresca de la torre, ya subrayados por Camón Aznar [40] , De la Banda [41] Cervera Vera [42], Sánchez Lomba y García Arranz [43].

Sobre otros edificios religiosos de la localidad contamos con diversos trabajos, como la obra colectiva sobre la Arquitectura rural y piedad popular en Azuaga (1494 – 1604), obra que no hemos tenido oportunidad de consultar, y el artículo de Pardo Martín sobre las ermitas [44]. Otras referencias las aporta el profesor De la Banda y Vargas a propósito del templo de la Merced, que relaciona en el modelo de iglesia de arcos transversales con cubierta de madera, propio de la vecina Sierra Norte sevillana [45]. Y con relación a la del Cristo del Humilladero, subraya su carácter de transición entre el barroco y las formas neoclásicas [46].


3.     Estudios sobre otras manifestaciones artísticas: escultura, pintura y artes suntuarias.


Mucho más corto es este apartado, si tenemos en cuenta la prácticamente total destrucción del patrimonio artístico de la localidad en 1936, que ha venido a conocerse mejor, a nivel documental, en la década de los ochenta con las investigaciones llevadas a cabo por Carmelo Solís Rodríguez y Francisco Tejada Vizuete, sintetizadas en los capítulos correspondientes de la ya citada Historia de la Baja Extremadura, donde se recoge la nómina de obras ejecutadas entre los siglos XVI y XVII para las iglesias de Azuaga [47].

De estas obras destruidas, la pieza estrella era sin duda alguna el retablo mayor de la parroquia de la Consolación, magno conjunto de complicada historia ejecutado finalmente, según ya se vio, por el escultor Juan de Oviedo entre 1589 y 1596, policromado por los pintores Blas Martín Silvestre y Vicente de Perea, en cuya estructura arquitectónica de tipo manierista se albergaban relieves representando escenas de la vida de Cristo y la Virgen y esculturas de diferentes santos. Documentada su autoría como antes se dijo por Celestino López Martínez y descrito por José Ramón Mélida, ha sido más recientemente analizado por De la Banda y Vargas [48], Pérez Escolano en su monografía sobre Juan de Oviedo [49] , Palomero Páramo en su tesis doctoral sobre el retablo sevillano del Renacimiento (donde figura nuevamente reproducido y se recogen en la correspondiente ficha los datos de autoría, cronología y estructura arquitectónica, sin olvidar su programa iconográfico, gráficamente descrito a través de un clarificador dibujo de esta gran máquina retablística) [50] y Hernández Nieves, quien en su tesis sobre la retablística de la Baja Extremadura recapitula todas las noticias documentales ya conocidas, las completa con nuevos datos extraídos del Archivo Municipal de Azuaga y vuelve a describir el conjunto, del que reproduce fotografía y el dibujo publicado por Palomero [51] .

Otras piezas escultóricas de la localidad citadas por la crítica artística son la Santa Eulalia de su ermita, obra como sabemos de Andrés de Ocampo, a la que se refieren tanto De la Banda como Palomero Paramo [52] ; el Cristo del Humilladero, atribuido a Ocampo por De la Banda [53] ; y el Cristo de marfil conservado en la parroquia, catalogado por Margarita Estella como obra hispano filipina del siglo XVII [54]. Dentro de este apartado de la plástica escultórica señalaremos también la interesante referencia documental dada a conocer por Garraín Villa sobre el sorprendente encargo realizado por el convento de la Merced al pintor Zurbarán, consistente en una escultura de Cristo Crucificado, obra afortunadamente conservada en dicho templo y de la que por el momento es problemático pronunciarse rotundamente sobre esta nueva propuesta de autoría [55].

Mucho más escasas son las referencias sobre la actividad pictórica, como el dato recogido por Carmelo Solís sobre el pintor Alonso Sánchez de la Gala, vecino de Azuaga, que en 1575 interviene en la tasación de la imagen de San Bartolomé ejecutada por el entallador Juan de Valencia para la ermita del santo en la localidad [56]. El pintor Juan del Castillo, natural de Azuaga, goza de más renombre por haber sido maestro de Alonso Cano y Murillo, como ha sido subrayado por De la Banda [57]

Para concluir este apretado recorrido bibliográfico debemos referirnos a las investigaciones efectuadas sobre las artes suntuarias o aplicadas, a la cabeza de las cuales figura la platería, arte del que Azuaga conserva una excelente representación en la parroquia de Consolación, piezas catalogadas y analizadas por García Mogollón [58] , algunas de las cuales han sido objeto de revisión por parte de Cristina Esteras [59], Cruz Valdovinos [60] y Tejada Vizuete, autor este último que ha profundizado en el estudio de la platería pacense tanto en su tesis doctoral como en los capítulos dedicados a las artes suntuarias en la Historia de la Baja Extremadura, donde se analizan algunas de las piezas más significativas de la platería parroquial y otras muestras ornamentales como las rejas renacentistas del mismo templo [61]. Dentro de este campo de las artes aplicadas hay que incluir la pila bautismal de la parroquia, obra sevillana de fines del siglo XV o comienzos del siglo XVI, cuyo valor es subrayado por el profesor De la Banda [62].

En definitiva, a través de estos trabajos nos encontramos con un punto de partida y apoyo para seguir profundizando en el conocimiento del patrimonio artístico y monumental de Azuaga, que si bien nos ha llegado mermado a causa de los avatares históricos, es legado de nuestra historia que tenemos obligación no sólo de estudiar y apreciar, sino de entregar a las generaciones venideras, como señas de identidad de nuestro pueblo.



* Publicado en Revista de Feria y Fiestas de Azuaga (2003), págs. 103 – 110.

[1] LOPEZ DE VARGAS MACHUCA, Tomás: Extremadura: año de 1798. Asamblea de Extremadura, Mérida, 1991. Págs. 76 – 77.
[2] RODRIGUEZ CANCHO, Miguel: “ El Partido de Llerena a finales del siglo XVIII. Análisis histórico según el interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura “, en Historia Moderna. Actas de las II Jornadas de Metodología y Didáctica de la Historia. Universidad de Extremadura, Cáceres, 1983.
[3] RODRIGUEZ CANCHO, Miguel – BARRIENTOS ALFAGEME, Gonzalo: Interrogatorio de la Real Audiencia. Extremadura a finales de los tiempos modernos: Partido de Llerena. Asamblea de Extremadura, Mérida, 1994. Pág. 240.
[4] MADOZ, Pascual: Diccionario geográfico - estadístico - histórico de España y sus posesiones de Ultramar, vol. III. Madrid, 1847. Pág. 221.
[5] RODRIGUEZ DÍAZ, Félix: Monografía histórico – descriptiva de la villa de Azuaga. Badajoz, 1894. (Reedición, Badajoz, 1991).
[6] GAYA NUÑO, Juan Antonio: Historia de la crítica de Arte en España. Madrid, 1975. Pág. 217.
[7] MELIDA, José Ramón: Catálogo monumental de España. Provincia de Badajoz. Madrid, 1926. Vol. II, págs. 165 – 169.
[8] LOPEZ MARTINEZ, Celestino: Desde Martínez Montañés hasta Pedro Roldán. Sevilla, 1932. Págs. 89, 93 114 y 146 – 148.
[9] LOPEZ MARTINEZ, Celestino: Desde Jerónimo Hernández hasta Martínez Montañés. Sevilla, 1929. Págs. 63 – 65 y 71; Desde Martínez Montañés ..., págs. 116, 146 y 149.
[10] LOPEZ MARTINEZ, Celestino: Desde Martínez Montañés ..., pág. 197.
[11] LOPEZ MARTINEZ, Celestino: Desde Martínez Montañés ..., págs. 190 – 191.
[12] SANCHO CORBACHO, Heliodoro: “ Contribución documental al estudio del arte sevillano “, en Documentos para la Historia del Arte en Andalucía, vol. II. Sevilla, 1928. Págs. 258; BAGO Y QUINTANILLA, Miguel de: “ Arquitectos, escultores y pintores sevillanos del siglo XVII “, en Documentos para la Historia del Arte ..., vol. V. Sevilla, 1932. Págs. 88 – 89.
[13] CARRASCO GARCIA, Antonio: Escultores, pintores y plateros del Bajo Renacimiento en Llerena. Badajoz, 1982. Págs. 38 – 39 y 93 – 98.
[14] COVARSI, Adelardo: “ Extremadura artística. Destrucción del tesoro artístico nacional en la provincia de Badajoz “, en Revista de Estudios Extremeños, XII (1938), págs. 50 - 52.
[15] V.V.  A.A.: “ La destrucción del tesoro artístico de España. Informe de las Comisiones Provinciales de Monumentos “, en Cuadernos de Arte, vol. II. Granada, 1937. Págs. 176 – 177.
[16] MUÑOZ DE SAN PEDRO, Miguel (Conde de Canilleros): Extremadura. (La tierra en la que nacían los dioses). Madrid, 1961. Págs. 489 – 491.
[17] CALLEJO SERRANO, Carlos: Badajoz y su provincia. Barcelona, 1964. Págs. 152 – 155.
[18] ALVAREZ VILAR, Julián: “ Arte “, en Extremadura. Colección Tierras de España. Madrid, 1979. Págs. 195 – 196.
[19] V.V.  A.A.: Monumentos artísticos de Extremadura. Mérida, 1995. Págs. 68 – 74.
[20] GONZALEZ RODRIGUEZ, Alberto: “ Apuntes sobre el urbanismo histórico de Azuaga “, en Revista de Feria y Fiestas de Azuaga (1990), pág. 82; Las poblaciones de la Baja Extremadura. Badajoz, 1993.
[21] TEJADA VIZUETE, Francisco: “ Por la ruta de la cal “, en Alminar n º 26 (junio de 1981), sin paginar.
[22] GONZALEZ LORENZO, José Ignacio: “ La Plaza Vieja y la Plaza Mayor de Azuaga “, en Revista de Feria y Fiestas de Azuaga (2002), págs. 117 – 123.
[23] MEDINA CLEDON, Ramón: “ Plano de Azuaga en 1570 “, en Revista de Feria y Fiestas de Azuaga (1990), pág. 77.
[24] MATEOS GARCIA, Manuel: “ Evolución estilística y morfológica de la vivienda popular en Azuaga y en la comarca de la Campiña Sur “, en Revista de Feria y Fiestas de Azuaga (2002), págs. 139 – 144.
[25] GARRIDO SANTIAGO, Manuel: Documentos de la Orden de Santiago sobre castillos extremeños. Universidad de Extremadura, Cáceres, 1989. Págs. 31 – 43.
[26] GARRIDO SANTIAGO, Manuel: Arquitectura militar de la Orden de Santiago en Extremadura. Editora Regional, Mérida, 1989. Págs. 128 – 135; “ Fortificaciones en Extremadura: castillos de la Orden de Santiago “, en Actas del Congreso Internacional Llerena, Extremadura y América (Llerena, 1992). Junta de Extremadura, Badajoz, 1994. Pág. 120.
[27] PAVON MALDONADO, Basilio: Tratado de arquitectura hispano – musulmana. II. Ciudades y fortalezas. C.S.I.C., Madrid, 1999. Pág. 624.
[28] TERRON REYNOLDS. María Teresa: Castillos de Badajoz. Ediciones Lancia, León, 1992. Págs. 19 – 20.
[29] MOGOLLON CANO – CORTES, Pilar: El mudéjar en Extremadura. Universidad de Extremadura, Cáceres, 1987. Págs. 125 – 126.
[30] PARDO MARTIN, Rafael: “ Arquitectura mudéjar en Azuaga y Aldea de La Cardenchosa “, en Revista de Feria y Fiestas de Azuaga (1982), pág. 51.
[31] RUIZ MATEOS, Aurora: Arquitectura civil de la Orden de Santiago en Extremadura: la Casa de la Encomienda. Su proyección en Hispanoamérica. Diputación Provincial de Badajoz, 1985. Págs. 61 – 65.
[32] RUIZ MATEOS, Aurora y otros: Arte y Religiosidad Popular. Las ermitas en la Baja Extremadura (siglos XV y XVI). Diputación Provincial de Badajoz, 1995.
[33] GARCIA LOBO, Vicente y José Manuel: “ La piedad popular en Extremadura al final de la Edad Media “, en Hispania Sacra, 61 – 64 (1978 – 1979), pág. 123.
[34] FLORES GUERRERO, Pilar: El arte del Priorato de San Marcos de León de la Orden de Santiago durante los siglos XV y XVI: arquitectura religiosa. Madrid, 1987. Vol. I, págs. 109 – 117, y vol. II, págs. 610 – 618 y 849 – 851.
[35] MENDEZ VENEGAS, Eladio: “ Hospitales de la Diócesis de Mérida – Badajoz “, en Memoria Ecclesiae, vol. X (Beneficencia y hospitalidad en los archivos de la Iglesia, I). Oviedo, 1997. Pág. 412; “ Una Visita de la Orden de Santiago al Provisorato de Llerena de la Diócesis de Mérida – Badajoz: aspectos artísticos en ella señalados “, en Memoria Ecclesiae, vol. XVII (Arte y archivos de la Iglesia, II). Oviedo, 2000. Págs. 453 – 454.
[36] SOLIS RODRIGUEZ, Carmelo: “ Las Visitas Pastorales y el patrimonio arquitectónico y mobiliar de la Iglesia “, en Memoria Ecclesiae, vol. XIV (Las Visitas Pastorales en el ministerio del obispo y archivos de la Iglesia, I). Oviedo, 1998. Págs. 418 – 420.
[37] V.V.  A.A.: Extremadura, vol. XIV de “ La España Gótica “. Madrid, 1995. Págs. 288 – 291.
[38] HERNANDEZ NIEVES, Román: “ Fachadas y portadas de edificios religiosos de Extremadura “, en Revista de Estudios Extremeños, LII – II (1996), págs. 570 – 573.
[39] ALVAREZ VILAR, Julián: “ Vila do Conde y Azuaga en la relación artística hispano – portuguesa “, en Relaciones artísticas entre España y Portugal. Junta de Castilla y León, Salamanca, 1986. Págs. 33 – 46.
[40] CAMON AZNAR, José: La arquitectura plateresca. Madrid, 1945. Vol. I, pág. 279.
[41] BANDA Y VARGAS, Antonio de la: “ Arquitectura del Renacimiento y Barroco “, en Historia de la Baja Extremadura. Badajoz, 1986. Vol. II, pág. 549.
[42] CERVERA VERA, Luis: “ Arquitectura renacentista “, en Historia de la Arquitectura española, vol. III. Editorial Planeta, Zaragoza, 1986. Pág. 997.
[43] SANCHEZ LOMBA, Francisco M. – GARCIA ARRANZ, José Julio: “ Sobre la introducción del Renacimiento en Extremadura: algunas observaciones “, en El arte español en épocas de transición: actas del IX Congreso del C.E.H.A. León, 1994. Tomo I, págs. 418 – 419.
[44] PARDO MARTIN, Rafael: “ Arquitectura religiosa azuagueña: ermitas “, en Revista de Feria y Fiestas de Azuaga (1985), pág. 1.
[45] BANDA Y VARGAS, Antonio de la: “ Huellas artísticas andaluzas en la Baja Extremadura “, en Estudios de Arte Español. Sevilla, 1974. Pág. 15.
[46] BANDA Y VARGAS, Antonio de la: “ Arquitectura del Renacimiento y del Barroco “, pág. 568.
[47] SOLIS RODRIGUEZ, Carmelo: “ Escultura y pintura del siglo XVI “, en Historia de la Baja Extremadura, op. cit., vol. II, págs. 581 – 582, 590, 592, 615 y 617 – 618.
[48] BANDA Y VARGAS, Antonio de la: “ Huellas artísticas andaluzas ... “, págs. 19 - 20
[49] PEREZ ESCOLANO, Víctor: Juan de Oviedo y de la Bandera (1565 – 1625): escultor, arquitecto e ingeniero. Diputación Provincial de Sevilla, 1977. Págs. 82 – 87.
[50] PALOMERO PARAMO, Jesús Miguel: El retablo sevillano del Renacimiento: análisis y evolución (1560 – 1629). Diputación Provincial de Sevilla, 1982. Págs. 351 – 353.
[51] HERNANDEZ NIEVES, Román: Retablística de la Baja Extremadura (siglos XVI – XVIII). Mérida, 1991. Págs. 96 – 105; “ El desaparecido retablo mayor de la parroquia de Nuestra Señora de la Consolación de Azuaga (Badajoz) “, en Norba – Arte, VIII (Cáceres, 1988).
[52] BANDA Y VARGAS, Antonio de la: “ Huellas artísticas andaluzas ... “, pág. 20; PALOMERO PARAMO, Jesús Miguel: El retablo sevillano ..., págs. 342 – 343.
[53] BANDA Y VARGAS, Antonio de la: “ Huellas artísticas andaluzas ... “, págs. 21 – 22.
[54] ESTELLA MARCOS, Margarita: La escultura barroca de marfil en España. Las escuelas europeas y las coloniales. Madrid, 1984. Vol. II, pág. 145; V.V.  A.A.: Patrimonio histórico de Extremadura: el Barroco. Editora Regional de Extremadura, Mérida, 1991. Pág. 194.
[55] GARRAIN VILLA, Luis: “ Nuevas aportaciones documentales a la biografía de Francisco de Zurbarán “, en Francisco de Zurbarán (1598 – 1998). Su tiempo, su obra, su tierra. Diputación Provincial de Badajoz, 1998. Págs. 376 y 391 – 392.
[56] SOLIS RODRIGUEZ, Carmelo: “ La pintura del siglo XVI en los pueblos bajoextremeños de la Orden de Santiago “, en Boletín de Bellas Artes, V. Sevilla, 1977. Págs. 166 – 167.
[57] BANDA Y VARGAS, Antonio de la: “ Un azuagueño, maestro de Alonso Cano y de Murillo “, en Revista de Feria y Fiestas de Azuaga (1973), pág. 51.
[58] GARCIA MOGOLLON, Florencio Javier: La plata en las iglesias de Extremadura. I: Azuaga. Universidad de Extremadura, Cáceres, 1984.
[59] ESTERAS MARTIN, Cristina: “ Cristóbal Gutiérrez, platero llerenense “, en Iberjoya n º 8 (1983); “ Nuevos datos sobre Cristóbal Gutiérrez y su discípulo el platero Alonso Pérez “, en Iberjoya n º 12 (1984); “ Presencia del arte novohispano en la Baja Extremadura: nuevas obras de platería y pintura “, en Hernán Cortés, hombre de empresa: Primer Congreso de Americanistas (Badajoz, 1985). Valladolid, 1990. Págs. 282 – 283.
[60] CRUZ VALDOVINOS, José Manuel: “ Platería “, en Artes decorativas II, vol. XLV de “ Summa Artis “. Espasa – Calpe, Madrid, 1999. Págs. 571 – 572.
[61] TEJADA VIZUETE, Francisco: Platería y Plateros Bajo Extremeños (siglos XVI – XIX). Universidad de Extremadura, Mérida, 1998. Págs. 129 – 130; “ Artes suntuarias en la Baja Extremadura en los siglos XVI y XVII “, en Historia de la Baja Extremadura, op. cit., vol. II, págs. 771 – 772, 775, 804 y 806 – 807.
[62] BANDA Y VARGAS, Antonio de la: “ Huellas artísticas andaluzas ... “, pág. 32.

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