sábado, 8 de agosto de 2015

Llerena en los textos impresos de los siglos XVII, XVIII y XIX: Una bibliografía olvidada



"Llerena en los textos impresos de los siglos XVII, XVIII y XIX: 

Una bibliografía olvidada"

por 

 

Salvador Hernández González

en 

Torre Túrdula n º 9 

(Llerena, agosto de 2004), págs. 28 – 30.



El protagonismo histórico de Llerena a lo largo de la Edad Moderna tiene fiel reflejo no sólo en su destacado patrimonio monumental sino también en una densa historia que llena muchas páginas de los más dispares archivos y bibliotecas. 

En esta ocasión queremos traer a colación una bibliografía un tanto olvidada y poco conocida, consistente en aquellos impresos de los siglos XVII y XVIII que hoy integran las secciones de “ raros “ o “ fondos antiguos “ en bibliotecas especializadas, obras de difícil localización y de no fácil consulta para el público ajeno a los afanes y dinámica de la investigación histórica. 

En estos interesantes fondos Llerena se halla presente en una serie de títulos muy variopintos, conformados por obras de muy diversa naturaleza: sermones, oraciones fúnebres, memoriales, relaciones de autos de fe, etc., que integran una producción literaria que pudiera denominarse “ menor “, pero no por ello menos interesante, si se pone en comparación con los textos de la literatura que entendemos como “ clásica “ o identificada con los autores del Siglo de Oro, en las que desde luego Llerena tuvo igualmente su protagonismo gracias a la participación de ingenios como Luis Zapata de Chaves o Catalina Clara de Guzmán, que por ser sobradamente conocidos no abordamos aquí. 

A ello hay que añadir el favorable e importante factor de la actividad de la imprenta en la localidad durante el siglo XVIII, cuyas prensas alumbraron una producción – catalogada en su día por Rodríguez Moñino [1]  – en la que tuvieron cabida tanto temática y autores locales como de otras localidades de la región, aunque como es obvio nosotros nos ocuparemos ahora de la temática estrictamente llerenense.

Por ello en esta ocasión queremos rescatar, a través de algunos conocidos repertorios bibliográficos como los de Palau y Dulcet, Simón Díaz y Aguilar Piñal, esa curiosa miscelánea de impresos olvidados que constituyen una sugerente fuente complementaria para la historia local, títulos que para mayor claridad agruparemos siguiendo una clasificación temática y dentro de ella los dispondremos por orden cronológico.

Dentro de las materias de estos raros impresos ocupa un porcentaje mayoritario, como era propio de la época, los temas religiosos, máxime en una ciudad como Llerena que unía a su condición de capitalidad religiosa del Priorato de León de la Orden de Santiago el ser también sede de uno de los tribunales del Santo Oficio de la Inquisición, efervescencia religiosa incrementada además con el complemento de la amplia nómina de comunidades religiosas asentadas en la localidad.

Comenzando por el Tribunal de la Inquisición, la celebración de autos de fe en Llerena quedaba plasmada en las relaciones que se imprimían para la ocasión, en las que se relataban los pormenores de tan lúgubre espectáculo, desde los preparativos previos y el desarrollo de la ceremonia hasta la nómina de los reos, la naturaleza de sus culpas y los castigos impuestos, relato que perseguía un efecto propagandístico que asegurase el orden social estamental existente y salvaguardase la unidad de la fe, puesta en peligro por la disidencia religiosa de protestantes, moriscos y judaizantes. 

Aunque no todas estas relaciones de autos de fe vieron la luz pública – todavía quedan algunas de ellas manuscritas en fondos de bibliotecas como la Biblioteca Nacional de Madrid – sí podemos señalar algunas de las que fueron impresas.

En los primeros años del siglo XVII tenemos la Descripción de la Inquisición y número de las de España, con algunas cosas sucedidas en autos de los años 1601, 1603 y 1604, celebrados en la villa de Llerena, obra de la que se sabe que se imprimió en 1605, pero no el lugar ni el impresor, cuya autoría corresponde a Francisco del Castillo, nacido en Llerena al decir de Simón Díaz, quien al igual que Barrantes apunta que no se conocen ejemplares de esta obra [2]

En la recta final de la centuria encontramos a Fray Pedro de Santiago, autor de la Publicación de edicto celebrado por el Santo Tribunal de la ciudad de Llerena en su iglesia de Santa María de la Granada, domingo 27 de febrero de 1684, impresa en Sevilla en dicho año, obra registrada en el clásico repertorio bibliográfico de Palau pero sin indicar localización de ejemplares [3].

Las siguientes relaciones de autos de fe abarcan algunos años consecutivos de la década de los veinte del siglo XVIII, época en la que el tribunal parece haber perdido parte de la ferocidad de sus tiempos de esplendor.

La primera, catalogada por Barrantes, es la Relación de los reos que salieron en Auto público de Fe a la iglesia de Santa María de la Granada de esta ciudad de Llerena, lunes 30 de noviembre de 1722 años, día de San Andrés Apóstol, de la que no consta el lugar de impresión, tal vez Madrid, sino tan sólo la referencia de que estaba a la venta “ en la plazuela de la calle de la Sartén, en casa de Isidro José Serrete, librero y portero de la ilustre Congregación de San Pedro Mártir, de los señores y ministros familiares del Santo Oficio. Barrantes, que lo manejó, extracta la relación de reos, todos vecinos de localidades bajoextremeñas, excepto Llerena, ausente esta vez de entre las víctimas [4].

La segunda es la Relación del Auto particular de Fe que celebró el Santo Oficio de la Inquisición de Llerena el día de Santa Ana de este año de 1723 en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Granada. Igualmente registrada por Barrantes y con el mismo punto de venta que la anterior, entre los penitenciados figura en esta ocasión Guiomar Méndez, vecina de Llerena [5] . Aguilar Piñal recoge otro punto donde la obra se vendió, concretamente el mercader de libros Manuel de los Ríos en la sevillana calle de Génova, al tiempo que localiza un ejemplar de esta obra en la British Library de Londres [6].

Dos años después se fecha la tercera, bajo el título de Relación de los autos particulares que se han celebrado en la Inquisición de Llerena el domingo cuatro de febrero de este presente año de 1725 en la Iglesia Parroquial de Santa María de la Granada, fichada en el repertorio de Barrantes, quien señala que tiene el mismo colofón de las anteriores relaciones [7]. Un ejemplar se conserva en la Biblioteca Nacional, como apunta Aguilar Piñal [8].

En el mismo año se fecha la cuarta, titulada Relación de los autos particulares que el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de Llerena celebró en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Granada el día 26 de agosto de 1725. Barrantes vio ésta y sus compañeras encuadernadas en un volumen en casa del librero de Madrid Don Mariano Murillo a finales del siglo XIX. Por su parte, Aguilar Piñal precisa que estuvo a la venta en Sevilla en casa del citado librero Manuel de los Ríos, localizando – al igual que de la relación del auto de fe de 1723 – un ejemplar en la londinense British Library  [9].

Cerrando este ciclo, tenemos la Relación de los autos particulares de fe que se han celebrado en la Inquisición de Llerena el día catorce de mayo en el convento de Santa Clara de dicha ciudad en este presente año mil setecientos treinta. Desconocida por Barrantes, Aguilar Piñal menciona la existencia de un ejemplar en la Biblioteca Nacional de Madrid [10].

Otros aspectos de la vida institucional de la Inquisición llerenense fueron igualmente plasmados en papel impreso. Era normal que los miembros del temido tribunal del Santo Oficio estuviesen agrupados en cofradías bajo la advocación de San Pedro Mártir, santo también conocido como San Pedro de Verona, dominico de los primeros tiempos de la Orden, muerto en 1252 a manos de los herejes de Lombardía, donde era inquisidor, por lo que se consideraba patrón de la Inquisición. De ahí derivó la proliferación de cofradías bajo su advocación, como la que se instituyó en nuestra localidad, de la que se conocen sus estatutos, bajo el título de Constituciones y Ordenanzas para la buena dirección, conservación y administración de la cofradía de San Pedro Mártir erigida en la ciudad de Llerena y confirmada por los Señores del Consejo de la ... Inquisición, carentes de fecha y lugar de edición, impreso del que Simón Díaz cita un ejemplar en la Biblioteca Nacional [11]

Otro santo homónimo venerado por la Inquisición fue San Pedro de Arbués, canónigo de Zaragoza y uno de los primeros inquisidores de Aragón, asesinado, según se cree, por los judíos cuando oraba ante el altar, en 1485. Como muestra de la promoción de su culto por parte del Santo Oficio podemos citar para nuestro caso el Sermón panegírico del Señor San Pedro de Arbués, Mártir de Jesucristo e Inquisidor Apostólico de la Fe, predicado al Tribunal de Llerena el 17 de septiembre de 1773 por el capuchino fray Luis Antonio de Sevilla, cronista de su orden en Andalucía y capellán de la Maestranza de Caballería de Ronda. De este sermón, editado en la localidad sevillana de Ecija por el impresor Benito Daza en 1774, se conocen algunos ejemplares que cita Aguilar Piñal repartidos entre la Academia de la Historia, Biblioteca de los Padres Capuchinos de Sevilla y Biblioteca Municipal de Valencia [12].

Los conventos de la localidad tuvieron igualmente cierta participación en esta oratoria sagrada imbuida de la retórica propia de la literatura barroca, cuyas piezas de más éxito quedaban transmitidas para la posteridad a través de la impresión de los sermones en cuestión, en cuyos aparatosos títulos se expresaba con todo detalle no sólo el título de la pieza oratoria, sino el predicador, lugar y fecha donde se predicó y como colofón el nombre del impresor y la localidad de residencia de este último. 

Así, para el caso de nuestros franciscanos nos encontramos con la Oración fúnebre en las solemnes honras que celebró el día veinte y siete de agosto de el año de mil setecientos cincuenta y cuatro el convento de San Buenaventura, de la Regular Observancia de Nuestro Padre San Francisco de la Ciudad de Llerena, pronunciada en memoria de fray Antonio Curvo por el padre fray Fernando Caballero, Guardián o superior de la casa. De esta obra, impresa en la propia localidad por Francisco Rodríguez de la Peña en el mismo año, y que Rodríguez Moñino poseyó en su biblioteca [13] , existe un ejemplar en la Biblioteca Pública de Cáceres, según apunta Aguilar Piñal [14]

En esta misma línea del elogio fúnebre de las virtudes del finado podemos señalar, ahora para los jesuitas llerenenses, la Carta del Padre José de Azcoitia, Rector del Colegio de Llerena de la Compañía de Jesús sobre la muerte del Padre Bernardino Brizuela, sin lugar de impresión pero fechada el 18 de enero de 1732, de la que Aguilar Piñal localiza su existencia en la Biblioteca Universitaria de Granada [15]. Y en otras ocasiones lo que salían de las prensas eran alegatos reivindicando los privilegios o inmunidades de las comunidades religiosas, como es la ambigua cita que hace Palau del Memorial a la Reina Nuestra Señora y a sus Reales Consejo de Castilla y Hacienda presentado por Alonso de Toro al parecer en favor de la comunidad de los Predicadores – o lo que es lo mismo, los dominicos – de Llerena a finales del siglo XVII [16].

A esta misma corriente de alegatos, memoriales y peticiones tampoco fueron ajenas las autoridades civiles, cuyas interferencias jurisdiccionales les conducían a una constante lucha por parcelas de poder, generando en su defensa nutridos textos en demanda de sus derechos y privilegios, que acababan por colapsar la maquinaria burocrática de los diferentes organismos administrativos de la España de los siglos XVII y XVIII. 

La dependencia jurisdiccional de Llerena con respecto a la Orden de Santiago generaba algunas tensiones entre las autoridades locales y el Prior de San Marcos de León, cabeza de dicha jurisdicción. Una muestra de estas disputas la tenemos en el Memorial alegado a la Católica y Real Majestad de Felipe Cuarto por las ciudades de Salamanca, Mérida, Llerena y otras principales de Extremadura y los religiosos de San Marcos de la ciudad de León ... sobre la injusticia de la alternativa y coartación de votos que se pide y nulidad de la elección de Prior de dicho convento. Impreso en Madrid en la Imprenta Real en 1640, la redacción de su texto se debe al portugués Agustín Barbosa, nacido en Guimaraes en 1590, quien tras estudiar Leyes y Cánones en la Universidad de Coimbra ocupó los cargos de Protonotario Apostólico, Abad de Mentrestido y Tesorero Mayor de la catedral de Guimaraes, siendo designado en 1648 como obispo de Ugento, donde murió al año siguiente. Simón Díaz, que incluye esta obra en su repertorio, no recoge en cambio la localización de ejemplares de la misma [17]

Las disputas jurisdiccionales asoman, ya en el siglo XVIII, en el Informe sobre competencia de jurisdicciones entre el Consejo de Ordenes y la Audiencia de Cáceres en materia de elecciones de Justicia en Mérida y Llerena, redactado en 1795 por el Conde de Campomanes, que como se sabe fue un destacado ministro bajo el reinado de Carlos III. Aguilar Piñal cataloga un ejemplar conservado en la Academia de la Historia [18].

En otras ocasiones la preocupación por los temas económicos, propia del reformismo de la Ilustración, se manifestaba en proyectos de mejora de las actividades agrícolas, ganaderas o fabriles, que no siempre llegaban a buen puerto pero que evidenciaban la buena voluntad de nuestros ilustrados dieciochescos por fomentar el progreso del país y sacarlo del atraso socio – económico. 

Siendo Extremadura una de las regiones más desfavorecidas, nada tiene de extraño que algunos de estos planes la tuvieran en el punto de mira. Incluso la propia Llerena, en consideración de su peso jurisdiccional en la Baja Extremadura, llegó a ser objetivo de estos planteamientos reformistas. En este sentido, podemos traer a colación la Planta de la Compañía que se intenta formar en la Ciudad de Llerena para la fábrica de diferentes géneros de lana y comercio de mercaderes de la provincia de Extremadura, obra anónima sin lugar ni año de edición, pero del siglo XVIII en opinión de Palau [19] , aunque no conocemos ejemplares de la misma. En la misma línea pero ya adentrado en el siglo XIX hay que citar a Miguel Pérez Caballero y Ronquillo, autor del Discurso en forma de circular para la apertura de la Cátedra de Agricultura mandada instalar de Real Orden de Su Majestad en la ciudad de Llerena para los 44 pueblos de su partido, texto editado en 1817 por el impresor Sigüenza y Vera, como apunta Palau en su repertorio bibliográfico [20].

Igualmente fueron objeto de la imprenta otros aspectos de la vida local, como celebraciones festivas, prodigios naturales, descripciones de la ciudad, etc., que por su rareza, curiosidad e interés eran acreedores a ser transmitidos a la posteridad en letras de molde. Ya a mediados del Setecientos contamos con la conocida semblanza de Llerena que realiza el clérigo portugués Luis Cayetano en su Prontuario Llerenense, publicado en la propia localidad por el impresor Francisco Rodríguez en 1746, obra de la que Aguilar Piñal cita un ejemplar, aunque sin precisar su signatura, existente en la biblioteca de la Hispanic Society de Nueva York [21]. Otro lo poseyó Rodríguez Moñino en su biblioteca particular [22].

En la recta final de la centuria un raro caso acaecido en la localidad despertó la atención de Francisco Salva y Campillo, médico de la Real Cámara y Académico de la Real de Medicina Práctica de Barcelona, quien lo dio a conocer en su Carta a un amigo sobre el éxtasis de la decantada mujer del lugar de Llerena, opúsculo publicado en la citada capital catalana en 1779, aunque según Aguilar Piñal no se ha localizado ningún ejemplar [23].

Por último, señalaremos como los acontecimientos políticos de la época son también fuente fecunda de inspiración para la pluma. Así, ya a comienzos del siglo XIX el ascenso al poder del extremeño Manuel Godoy, conocido como el Príncipe de la Paz, provocó la génesis de piezas oratorias marcadas por la adulación hacia el nuevo valido de Carlos IV, como el Discurso congratulatorio con que felicitó a la ciudad de Llerena el Doctor Don Francisco María Riesco [Inquisidor Decano] en la ocasión de los festivos aplausos con que celebró la exaltación del Serenísimo Señor Príncipe de la Paz a la Dignidad de Grande Almirante de España e Indias y Protector del Comercio Marítimo en el mes de mayo de 1807. Impreso en 1807 en Badajoz en la imprenta de Don Francisco Jutglá, administrada por Lucas Marino, es recogido tanto por Palau como por Aguilar Piñal, autor este último que lo localiza en los fondos de la Biblioteca Nacional [24].

En definitiva, a través de estas pinceladas bibliográficas hemos querido rescatar del olvido una miscelánea de títulos como vemos de las más dispares temáticas y que hoy duermen en los depósitos de las bibliotecas esperando que de su lectura y análisis surjan nuevas aportaciones para el conocimiento de la historia de Llerena. El reto estriba a partir de ahora en conseguir disponer de esos textos y completar con ellos esa bibliografía local tan rica y variada que no hace sino subrayar la importancia y el peso de nuestra localidad en el contexto regional, visible bien a las claras en su presencia en esta producción impresa de los siglos XVII, XVIII y XIX evocada en estas páginas.          






* Publicado en Torre Túrdula n º 9 (Llerena, agosto de 2004), págs. 28 – 30.

[1] RODRIGUEZ MOÑINO, Antonio: La imprenta en Extremadura (1489 – 1800). Madrid, 1945. Págs. 78 – 98.
[2] SIMON DIAZ, José: Bibliografía de la literatura hispánica, tomo VII. C.S.I.C., Madrid, 1961. Pág. 664; BARRANTES, Vicente: Aparato bibliográfico para la Historia de Extremadura. Vol. II. Madrid, 1875. Pág. 360.
[3] PALAU Y DULCET, Antonio: Manual del librero hispanoamericano, tomo XX. Barcelona, 1968. Pág. 22.
[4] BARRANTES, Vicente: Op. cit., pág. 382.
[5] Ibídem, págs. 382 – 383.
[6] AGUILAR PIÑAL, Francisco: Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII. Tomo X. C.S.I.C., Madrid, 2001. Pág. 60. Da la signatura 4625, g. l. (47).
[7] BARRANTES, Vicente: Op. cit., pág. 383.
[8] AGUILAR PIÑAL, Francisco: Op. cit., tomo X, pág. 66, dando como signatura V. Cª. 294 (44).
[9] Ibídem, tomo X, pág. 66, señala la signatura 4625 g. l. (62).
[10] Ibídem, tomo X, pág. 81, aporta la signatura V.Cª. 1117 (4).
[11] SIMON DIAZ, José: Bibliografía regional y local. I. – Impresos localizados (siglos XV – XVII). C.S.I.C., Madrid, 1976. Pág. 149. Da como signatura R – Varios, 201 – 72.
[12] AGUILAR PIÑAL, Francisco: Op. cit., tomo V. C.S.I.C., Madrid, 1989. Pág. 268. Recoge las signaturas de los ejemplares de la Real Academia de la Historia, 14 – 26 – 3 – 7839, y Biblioteca Municipal de Valencia, Ch. 694 – 104.
[13] RODRÍGUEZ MOÑINO, Antonio: Op. cit., págs. 88 – 89.
[14] AGUILAR PIÑAL, Francisco: Op. cit., tomo II. C.S.I.C., Madrid, 1983. Pág. 13; tomo X, pág. 631. Su signatura es 2 – 14389.
[15] Ibídem, tomo I. C.S.I.C., Madrid, 1981. Pág. 471. Remite a la signatura A – 31 – 244 (9).
[16] PALAU Y DULCET, Antonio: Op. cit., tomo XXIII. Barcelona, 1971. Pág. 306
[17] SIMON DIAZ, José: Op . cit., tomo VI. C.S.I.C., Madrid, 1961. Pág. 298.
[18] AGUILAR PIÑAL, Francisco: Op. cit., tomo VII. C.S.I.C., Madrid, 1993. Pág. 229. La signatura es 24 – 5 – B – 133.
[19] PALAU Y DULCET, Antonio: Op. cit., tomo XIII. Barcelona, 1961. Pág. 323.
[20] Ibídem, tomo XIII, pág. 36.
[21] AGUILAR PIÑAL, Francisco: Op. cit., tomo II, pág. 355;
[22] RODRIGUEZ MOÑINO, Antonio: Op. cit., págs. 81 – 83.
[23] AGUILAR PIÑAL, Francisco: Op. cit., tomo VII. Pág. 431.
[24] PALAU Y DULCET, Antonio: Op. cit., tomo XVI. Barcelona, 1964. Pág. 150; AGUILAR PIÑAL, Francisco: Op. cit., tomo VII, pág. 124, quien da como signatura V. E., caja 508 (20).

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