sábado, 22 de agosto de 2015

Noticias en torno a los cultos de Nuestra Señora del Rosario en el siglo XIX


NOTICIAS EN TORNO A LOS CULTOS DE

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO EN EL SIGLO XIX

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Salvador Hernández González
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En “Boletín de la Hermandad de Montesión”, nº 63
(Sevilla, octubre de 2003)
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Desde los mismos orígenes de nuestra hermandad la devoción al Santo Rosario ha desempeñado, como es sabido, un papel trascendental, advocando a nuestra Amantísima Titular con el nombre de Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos, en honor de la cual se han dispuesto tradicionalmente un amplio calendario de cultos en octubre, mes rosariano por antonomasia.

En los primeros siglos de existencia de la corporación alcanzó importante aparato festivo la conmemoración de la festividad de Nuestra Señora del Rosario, ya que la cofradía, en la concordia celebrada con los frailes en 1574, se comprometía a costear los cultos de la Virgen del Rosario de los dominicos, a cambio de la cesión de los terrenos para construir la capilla de la hermandad [1]. Desde estos años finales del siglo XVI hay noticias de la conmemoración de la festividad de Nuestra Señora del Rosario, que se celebraba, según prescribían las Reglas, el primer domingo del mes de octubre. Impulsada la celebración de esta fiesta por Breve de Gregorio XIII, de fecha 1 de abril, en conmemoración de la victoria de Lepanto, obtenida gracias a la mediación de la Virgen del Rosario, en nuestra hermandad destacó siempre la profusión y riqueza ornamental con la que se engalanaban la capilla y el vecino convento, todo encaminado al mayor realce de las actividades cultuales, que se iniciaban en la víspera con el Sermón de Nuestra Señora, a cargo normalmente de algún dominico del Colegio y acompañado con la música de ministriles. El día de la fiesta, por tarde, tenía lugar la procesión de la Virgen, engalanándose con colgaduras y doseles los claustros, el zaguán y la portería del Colegio, así como la acera de la calle a lo largo del frente de la iglesia [2]. A lo largo del siglo XVIII la Hermandad seguía organizando la procesión con la imagen gloriosa de Nuestra Señora del Rosario del vecino convento de Montesión – imagen distinta a la Dolorosa titular de nuestra corporación – , haciendo estación en su recorrido a los conventos de Santa María de Gracia y la Concepción junto a San Miguel, en cuyos templos las religiosas cantaban ante el paso de la Señora, cuyas andas iban escoltadas por cuatro frailes de capa [3]. Y como ya dimos a conocer en otro número de esta mismo boletín [4] , el uso de las alhajas de plata de esta efigie mariana quedó regulado por convenio suscrito entre hermandad y comunidad dominica en 1796.

Ya bien entrado el siglo XIX, coincidiendo con la reorganización de la Hermandad y la superación de la profunda postración en que la habían sumido la invasión napoleónica y la Desamortización, los cultos de octubre van a cobrar un nuevo impulso. Así, en 1839 se acordó celebrar para dicho mes una solemne función, procesión y novena en honor de la Santísima Virgen. Para estos cultos se pintó el templo conventual, más adecuado para la celebración por su mayor capacidad que la capilla de la Hermandad, lo que despertó en septiembre  las quejas del párroco de San Juan de la Palma, que acusaba a los hermanos de disponer del antiguo templo dominico como de cosa propia [5] y recordaba “ los desórdenes que se notaron en el Septenario de Dolores de este año, por lo que fue preciso implorar la fuerza armada “.  

En vista de estas denuncias, el Provisor decretó, el siguiente 5 de octubre, que la Hermandad no usase la iglesia de Montesión sin el correspondiente permiso del Cura de San Juan de la Palma, añadiendo que la procesión de Nuestra Señora del Rosario, prevista según tenía entendido para el día siguiente, debería contar con igual autorización y la presencia de la cruz parroquial. Notificado el mismo día este decreto al Hermano Mayor Don José de Molina, vecino en la calle Campanas de San Martín, éste puntualizó que la procesión estaba fijada para el día 20, sin que todavía se hubiesen fijado las convocatorias de culto. 

Días más tarde, el 17, el cura de San Juan de la Palma expresaba su sorpresa por haberse enterado, a través de las convocatorias, que el lunes 21 comenzaba la novena a las cinco de la tarde, con sermón a las siete y acompañamiento musical, lo que contravenía la normativa que prohibía la música de noche en los templos “ por los desacatos repetidos que se advierten “, como había ocurrido, según volvía a recordar, en Montesión durante el Septenario de Dolores, cuando “ fue necesario llamar tropa para contener los excesos “. A pesar del alarmismo del párroco, el Provisor del Arzobispado concedió, el 19, licencia para celebrar la procesión rosariana, “ con la cualidad de que concluya antes de anochecer y que después no se practiquen otros ejercicios en la iglesia “.  

Sin embargo, como llovió el domingo 20 de octubre, fecha prevista para la función y procesión, esta última se trasladó al siguiente día 27, efectuándose con mucho lucimiento. La imagen mariana del convento, ricamente vestida y en hermoso paso, iba acompañada por las de San Buenaventura y Santo Domingo de Guzmán. En el templo del vecino ex – colegio dominico comenzó el lunes 21 del propio mes la novena, amenizada por una brillante orquesta y contando con numerosa concurrencia de público. 

El templo estaba profusamente iluminado y adornado con colgaduras, arañas y otros ornamentos, siendo especialmente llamativo el decorado del altar mayor, en el que se había representado el huerto de Getsemaní, figurando al centro la imagen del Señor orando y el Angel, acompañados a un lado por los apóstoles dormidos y la puerta del huerto por la que entraba Judas, mientras que al otro lado aparecía una cascada de la que descendía un torrente de agua natural [6].

A mediados de la centuria seguía celebrándose la Novena en honor de Nuestra Señora del Rosario con gran afluencia de fieles y devotos. Así sabemos que el 21 de septiembre de 1858 Manuel Rosado y José María Baquero, miembros de la Hermandad y Alcaldes de Barrio de las Parroquias de San Gil y San Martín, respectivamente, solicitaron al Ayuntamiento la cesión de un toldo con el que resguardar del  a las personas que asistían a los cultos desde el exterior de la Capilla de la cofradía, más seis colgaduras y una alfombra par el ornato del templo, petición a la que accedió la Corporación Municipal [7].

Datos, en definitiva, que avalan la larga raigambre que gozan nuestros cultos en honor de María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos, que han ido variando en cuanto a sus formas externas, pero siempre bajo el común denominador del intenso fervor rosariano, devoción del Santo Rosario de la que nuestra Hermandad ha sido abanderada y bastión a lo largo de su historia.




[1] CARRERO RODRIGUEZ, Juan: Anales de las Cofradías sevillanas. Sevilla, 1991. Pág. 278.

[2] RODRIGUEZ MATEOS, Joaquín: “ Pontificia, Real, Ilustre y Antigua Hermandad y Archicofradía de Nazarenos de la Sagrada Oración de Nuestro Señor Jesucristo en el Huerto, Santísimo Cristo de la Salud y María Santísima del Rosario en sus Misterios Dolorosos. Capilla de Montesión. Sevilla “, en Misterios de Sevilla. Ediciones Tartessos, Sevilla, 1999. Vol. II, pág. 136.

[3] CARRERO RODRIGUEZ, Juan: Op. cit., pág. 279.

[4] HERNANDEZ GONZALEZ, Salvador: “ Un convenio entre nuestra Hermandad y el Colegio dominico de Montesión, sobre el uso de unas alhajas de plata de la imagen de gloria de Nuestra Señora del Rosario (1796) “, en Boletín de Monte – Sión n º 61 (septiembre de 2002), págs. 40 – 41.

[5] ARCHIVO GENERAL DEL ARZOBISPADO DE SEVILLA, sección III (Justicia), serie Hermandades, legajo 211.

[6] BERMEJO Y CARBALLO, José: Glorias religiosas de Sevilla. Noticia histórico – descriptiva de todas las cofradías de Penitencia, Sangre y Luz fundadas en esta ciudad. Edición facsímil, Sevilla, 1994. Págs. 126 – 127.


[7] ARCHIVO HISTORICO MUNICIPAL DE SEVILLA, Colección Alfabética, serie Fiestas Religiosas, legajo 423: Expediente formado a solicitud de Don Manuel Rosado y Don José María Baquero sobre que le facilite el Excelentísimo Ayuntamiento un toldo y seis colgaduras para la Novena que le consagran los hermanos de Nuestro Padre Jesús Orando en el Huerto y María Santísima del Rosario (1858).

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