"La parroquia de Santa María de la Asunción de Guadalcanal a fines del siglo XV,
a través de la visita canónica de la Orden de Santiago en 1494"
por
Salvador Hernández González
en
Revista de Feria y Fiestas
de Guadalcanal (2001), págs. 85 – 91.
1.
La Visita
Canónica santiaguista y el Priorato de San Marcos de León.
Como es de sobra conocido,
la historia de Guadalcanal ha estado estrechamente vinculada a la orden militar
de Santiago a raíz del proceso reconquistador frente al Islam. En efecto, la
participación de los caballeros santiaguistas en la toma de la localidad a los
musulmanes a mediados del siglo XIII determinó el que la vida religiosa y civil
de la villa pasase a manos de dicha institución religioso – militar, hasta que
los acontecimientos del siglo XIX trajeron de la mano la extinción de las
órdenes militares.
En virtud de este adscripción santiaguista, Guadalcanal
formó parte de la denominada Provincia de
León, circunscripción juridíco – administrativa que comprendía parte de la
actual provincia de Badajoz y que era gobernada en lo eclesiástico por un
Obispo – Prior que residía en el convento de San Marcos de León, de donde le
vino el nombre a esta provincia [1]
. Sin embargo, la distancia existente entre estos territorios de la Baja
Extremadura y la capital leonesa aconsejó la creación, ya realizada en el siglo
XVII, de sendos provisoratos en Mérida y Llerena, dependiendo Guadalcanal de
este último hasta su incorporación al Arzobispado de Sevilla en momento
avanzado del siglo XIX. Dentro de este marco administrativo, la vida religiosa
en Guadalcanal era controlada, aparte de por la autoridad eclesiástica local,
por los Visitadores enviados periódicamente por la Orden santiaguista.
Como instrumento de control
de la vida religiosa, la Visita Canónica o Pastoral, efectuada con cierta
periodicidad, daba cuenta por escrito del estado de la Iglesia en la localidad
visitada. Así, no sólo se hace relación del personal eclesiástico local
(vicario, curas, beneficiados, ...), cofradías y hermandades, capellanías,
patronatos y fundaciones pías, sino que también se describen los templos
existentes y se hace inventario de las imágenes y objetos litúrgicos en ellos
custodiados.
Aunque los decretos del Concilio de Trento a mediados del siglo
XVI hicieron obligatoria la práctica de la Visita, en el caso de la Provincia de León santiaguista ya se
efectuaba desde los años finales del siglo XV, fechándose en 1494 el primer
informe conservado sobre Guadalcanal, lo que contrasta con lo tardío de los
datos correspondientes a las vecinas localidades serranas, pertenecientes desde
la Reconquista al Arzobispado de Sevilla y para las que también disponemos de
este tipo de informes, pero referidos por lo general ya a los siglos XVII y
XVIII [2].
Al presentarnos esta visión
panorámica, los informes de las Visitas Canónicas se convierten en una fuente
de gran interés para la historia local: aspectos como el patrimonio
arquitectónico y artístico, la religiosidad popular y la vida eclesiástica
pueden ser ampliamente estudiados a través de esta documentación.
2.
La Parroquia
de Santa María de la Asunción y la Visita Canónica de 1494.
Como antes hemos dicho, el
primer informe de Visita correspondiente a Guadalcanal se fecha en 1494 y se
conserva en la sección Ordenes Militares, del Archivo Histórico Nacional [3].
La Visita Canónica en cuestión se celebró en octubre de dicho año, siendo
convocadas al efecto las autoridades civiles y religiosas de la localidad, como
lo eran los alcaldes Diego de Ortega y Rodrigo Yáñez. En presencia del notario
apostólico Diego de Moya, el comendador Fernando de Arse y Francisco Núñez,
Visitadores de la Provincia de León, a los que poco después se les agregó
Gutierre Gome de Fuensalida, Comendador de Villaescusa de Haro, dieron inicio a
su inspección, tras cumplimentar los formulismos y rituales inherentes a este
tipo de actos, como juramentos, requerimientos y presentación de credenciales
por parte de los interesados.
Tras visitar las parroquias
de San Sebastián y Santa Ana, el día diez de dicho mes de octubre le tocó el
turno a la de Santa María, a la que siguió la inspección de las ermitas de la
localidad, “ las cuales son de San Benito
e Santa María de Guaditoca e de San Pedro e la Celda e de Santa Marina “ ,
y la “ casa con su castillo “ del
comendador de Guadalcanal, Don Fadrique Enríquez. Esta Casa de la Encomienda,
de la que se conocen diversas noticias documentales que dan idea de su
estructura y distribución de sus dependencias, estuvo en pie hasta 1690, época
en que se inició un irreversible proceso de deterioro que condujo a su
demolición, hasta tal punto que en 1766 sólo quedaban en pie parte de sus
muros, perdurando en nuestros días sólo el recuerdo en el topónimo “ El Palacio
“ con que conocemos el emplazamiento que ocupó este desaparecido edificio [4].
Centrándonos ya en la Visita
de Santa María, ésta comenzó con la celebración de una misa, tras la cual se
pasó a inspeccionar el edificio, que se describe compuesto “ por tres naves sobre arcos de ladrillo “ y techado “ de madera tosca e de ripia de tabla e
encima su barro e teja “, siendo la madera “ toda vieja e antigua “ , cubriéndose la capilla mayor con bóveda
de piedra [5].
En definitiva, una estructura que se corresponde – haciendo abstracción de las
reformas y añadidos posteriores – con la iglesia que hoy podemos contemplar,
compuesta por tres naves repartidas en cuatro tramos por medio de pilares
cruciformes sobre los que cabalgan arcos apuntados y cubiertas con bóvedas de
cañón – producto de las reformas del siglo XVIII – que vienen a sustituir a las
primitivas techumbres lignarias.
El cuerpo del templo se completa con el ábside
o presbiterio – cubierto con bóvedas de nervaduras góticas – , perteneciente
como vemos a la obra primitiva, y con las diferentes capillas añadidas
posteriormente a lo largo del perímetro de las naves laterales, como las de la
cabecera de la nave izquierda, fundada por Alonso Ramos, hijo de Rodrigo Ramos
el Viejo y la del mismo lado de la nave contraria, edificada en torno a 1550 a
expensas del clérigo Francisco López [6].
3.
El patrimonio
artístico: altares, imágenes, pinturas y orfebrería.
La Visita Canónica comenzó por el Sagrario del templo, donde la Sagrada
Forma se custodiaba “ en una custodia de
plata metida en una arqueta de madera labrada de talla “. A la capilla
mayor, carente de retablo, se accedía por unas gradas forradas de azulejos, que
también recubrían la mesa del altar, adornada con cruz, candeleros y atriles de
madera dorada y sobre la que se daba culto a una imagen de la Virgen con el
Niño, “ de bulto hecho de madera bien
pintado “, ataviada con ropas de paño colorado y azul. El Niño vestía un
manto pequeño de terciopelo verde con borde dorado, llevando sobre su cuello un
collar de cuentas de ámbar en dos vueltas.
Detrás de la imagen se situaban dos
pinturas representando la Asunción de la Virgen y María con el Niño,
respectivamente [7]. El arco toral estaba
atravesado por una viga sobre la que descansaba el Crucificado y otras dos
imágenes, seguramente las de la Virgen y San Juan, “ de madera antiguas “, componiendo de este modo el grupo del
Calvario. Estas vigas de imaginería colocadas a la entrada de los presbiterios
fueron muy frecuentes en la Baja Edad Media y en el Renacimiento, como lo
atestigua la documentación conocida para otros casos sevillanos, aunque estos
conjuntos escultóricos no siempre se han conservado, perdurando como testimonio
tan sólo algunas esculturas aisladas.
En la cabecera de la nave
izquierda se situaba el Sagrario, antes aludido y que, cerrado por una cortina
de lienzo azul con un cordero pintado en medio y el lema “ IHS “, estaba “ labrado de yesería, dorado, e pintadas
muchas imágenes de barro cocido asimismo doradas e pintadas, con sus chapiteles
sobre las imágenes dorados “. Las puertas del Sagrario eran de madera
tallada, pintadas de oro y de azul. A la vista de esta descripción hay que
imaginar este sagrario como una hornacina abierta en el muro, encuadrada por un
marco arquitectónico ejecutado en yesería siguiendo fielmente los patrones
gótico – mudéjares y por el que se repartían una serie de repisas con peanas y
doseletes para contener imagenes de barro cocido y policromado, técnica
escultórica de plena actualidad a raiz de su utilización para ornamentar los
edificios de la época, como es el caso de las que pueden todavía verse en las
portadas de la catedral de Sevilla. Las puertas debieron ser una buena obra de
carpintería mudéjar, tal vez decoradas con temas geométricos a base de lacería,
como se ve en las conservadas en la parroquia de la vecina localidad de Alanís,
donde igualmente enmarcadas por yeserías góticas constituyen un testimonio
felizmente conservado de estos primitivos sagrarios medievales y que nos sirven
para hacernos una idea de como debió ser el desaparecido sagrario de Santa
María de Guadalcanal. El ornato de esta capilla sacramental se completaba con
una cortina de lienzo “ con cuatro
piernas con sus listas “ colocada sobre el altar y dos lámparas colgadas, “ que tenían dos bacines de latón medianos “
[8].
Ya en las naves [9]
, el primer altar que se reseña era el de Santiago Apóstol, con frontal de lienzo
pintado viejo y cuya imagen aparecía “
en un caballo, todo de bulto hecho de
madera, con una bandera en la mano izquierda e una espada en la otra “,
vestido con una “ camisa morisca de
lienzo “. Flanqueando la imagen del Apóstol, dos pinturas sobre tabla
representaban la Asunción de la Virgen y los santos Fabián y Sebastián. Sobre
el muro estaba pintada la figura de San Andrés.
En el siguiente altar, con
frontal de lienzo pintado y candeleros de hierro, estaban las imágenes de bulto
de San Pedro Mártir, de barro cocido bien pintado, de San Antón, vestido con
una camisa sin mangas, y San Julián, ataviado con roquete.
El altar de San Sebastián,
igualmente con frontal pintado, mostraba la imagen de su titular, de bulto y de
madera, detrás de la cual se situaba un lienzo pintado del que no se indica su
temática.
La imagen de Santa Catalina,
de alabastro y colocada en su altar, iba vestida con una saya de tafetán viejo
y un roquete, tocándose su cabeza con un velo. La de Santa Lucía, por contra,
estaba pintada sobre un pilar del templo.
Por último, en la capilla
bautismal se encontraba la pila que todavía hoy conserva la parroquia, “ hecha de piedra bien labrada, cubierta con
su tapa de madera “. Sobre esta capilla se levantaba una tribuna “ labrada de madera bien hecha, aunque es
antigua “.
El informe de la Visita Canónica de 1494 también nos
hace relación de otros enseres del templo, como los libros litúrgicos, las
campanas – dos mayores en la torre, una rueda de campanillas para cuando alzan
el Santísimo, otra mediana para lo mismo y una pequeña para la comunión - ,
unos órganos viejos y desafinados colocados sobre el altar de Santiago y dos
facistoles.
Muy minuciosa es la lista de
piezas de orfebrería y ornamentos litúrgicos [10]
. Entre las primeras se mencionan una cruz de plata dorada vieja, otra cruz de
plata blanca, una corona de plata dorada, varios cálices de plata blanca y
dorada, un incensario de plata, una custodia de plata dorada con esmaltes y un
Crucifijo, “ todo dorado e bien labrado
de tiempo antiguo “, unas crismeras y una taza. También muy nutrida es la
lista de los vestuarios litúrgicos, recogiéndose diferentes casullas, capas,
paños, dalmáticas, paños de altar, estolas, sobrepellices, etc.
El documento que hemos
analizado nos transmite una imagen colorista del interior de la parroquia de
Santa María de Guadalcanal a fines del siglo XV. Carente de retablos, la
ornamentación del templo se confiaba a las imágenes y pinturas sobre tabla
repartidas sobre los diferente altares, cuyas mesas se ornamentaban con
frontales, bien de azulejería, como en el caso del altar mayor, o bien
pintados. Las advocaciones representadas en la parroquia son muy típicas de la
sensibilidad religiosa bajomedieval: el Calvario de la viga del presbiterio,
escena llena de dramatismo y expresividad; la Virgen con el Niño, manifestando
su maternal ternura hacia sus devotos; y los santos, modelos de virtudes para
el cristiano, como Santiago (cuya presencia en el templo era obligada por su
pertenencia a la Orden que lleva el nombre del Apóstol), Fabián, Sebastián
(protector contra las epidemias), Pedro Mártir (dominico martirizado por su
lucha contra la herejía), Antón (protector de los animales), Julián (santo
limosnero y hospitalario), Catalina (ejemplo de martirio en defensa de la fe) y
Lucía (también mártir y protectora de las enfermedades de la vista).
Las
esculturas de la Virgen, Cristo y los santos, de estilo gótico, aumentaban sus
efectos expresivos al presentarse a los fieles ataviadas con telas, que a la
vez que les otorgaban colorista aspecto las hacían más realistas y cercanas a
los fieles, quienes veían en ellas unos personajes sobrenaturales llenos de
vida y cercanos a sus problemas y necesidades. El colorido de las vestiduras de
las imágenes se completaba con el brillo del dorado de candeleros y lámparas
que colgaban junto a los altares, todo lo cual destacaba visualmente al
contrastar con los muros, pilares y techumbres de las naves. En suma, el templo
ofrecía un aspecto multicolor y abigarrado, muy a tono con la sensibilidad
popular del momento, impregnada de la mezcla entre la savia orientalizante del
mudéjar y la sensibilidad occidental representada por el gótico.
Andando el tiempo, este
patrimonio iría siendo sustituido progresivamente por nuevas obras de arte
acordes con las sucesivas corrientes artísticas, al objeto de ir adecuando el
templo a otras necesidades y nuevos planteamientos estéticos. Así, durante los
siglos XVI al XVIII la iglesia de Santa María se engalanará con retablos,
esculturas, pinturas y piezas de orfebrería en las que se dará entrada al
Renacimiento y el Barroco, patrimonio del que nos han llegado pocas muestras
debido a las avatares de la Historia [11].
4.
El patrimonio
económico de la parroquia de Santa María.
Para el mantenimiento del culto y de la propia
fábrica del templo, la parroquia contaba con un patrimonio inmobiliario del que
también se ocupa esta Visita Canónica de 1494, gravado con diferentes censos [12] : un
mesón que rentaba al año 1.500 maravedís, una casa arrendada a Gonzalo de
Chaves (300 maravedís), una tienda en la plaza alquilada a Pedro Alonso de
Nieva (300), otra casa arrendada a Hernando Gereno (200), otra de Alonso Mexía
(200), la del platero (200), una viña de Pedro Harto (130), la casa que era de
Fernand Sánchez Delgado (500) y unas tenerías donadas a la iglesia por un
capellán y que rentaban 50 reales.
A estos ingresos había que agregar las
mandas otorgadas por los fieles en sus testamentos, las limosnas procedente de
la concesión de sepulturas en el templo, los 1.000 maravedís que anualmente
otorgaba como limosna el Concejo de la villa, quien también ofrecía a la
parroquia parte de la recaudación procedente de las multas impuestas a los
ganados que “ entran en dehesas e cotos e
vedados “ , cantidades que también se compartían con las otras parroquias,
las de Santa Ana y San Sebastián.
*
Publicado en Revista de Feria y Fiestas
de Guadalcanal (2001), págs. 85 – 91.
[1] Una
visión de conjunto de esta cuestión la ofrece RODRIGUEZ BLANCO, Daniel: La Orden de Santiago en Extremadura en la
Baja Edad Media (siglos XIV y XV). Diputación Provincial de Badajoz, 1985.
[2]
HERNANDEZ GONZALEZ, Salvador: “ La Parroquia de Nuestra Señora de las Nieves a
principios del siglo XVIII: notas histórico – artísticas “, en Revista de Feria y Fiestas de Alanís (1996),
s. p.; “ La Parroquia de Nuestra Señora de Consolación a principios del siglo
XVIII “, en Revista de Cazalla (1997),
s. p.; “ La Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación entre los siglos XVII
y XVIII: notas histórico – artísticas “, en Revista
de Constantina (1997), s. p.
[3]
ARCHIVO HISTORICO NACIONAL (en adelante, A.H.N.), sección Ordenes Militares:
Libros de Visita de la Orden de Santiago. Libro 1101 – C (1494), págs. 17 – 21,
45 – 77, 337 – 342, 419 – 423 y 563 – 566. (Copia microfimada en el Archivo
Histórico Provincial de Badajoz, de la que hemos conseguido fotocopia gracias a
la amabilidad de Don Manuel Luis Calle Cabrera, investigador de la vecina
localidad de Fuente del Arco, a quien expresamos nuestro agradecimiento por
habernos brindado esta documentación).
[4] RUIZ
MATEOS, Aurora: Arquitectura civil de la
Orden de Santiago en Extremadura: la Casa de la Encomienda. Su proyección en
Extremadura. Junta de Extremadura – Diputación de Badajoz, 1985. Págs. 91 –
95.
[5]
A.H.N., sección Ordenes Militares: Libros de Visitas de la Orden de Santiago.
Libro 1101 – C, pág. 60; FLORES GUERRERO, Pilar: El arte del Priorato de San Marcos de León de la Orden de Santiago en
los siglos XV y XVI: arquitectura religiosa. Universidad Complutense de
Madrid, 1987. Tomo I, pág. 484.
[6]
HERNANDEZ GONZALEZ, Salvador: “ La Parroquia de Santa María de la Asunción de
Guadalcanal y su patrimonio artístico “, en Revista
de Guadalcanal (1999), págs. 57 – 61; FLORES GUERRERO, Pilar: El arte del Priorato ..., tomo I, págs.
484 – 486.
[7]
A.H.N., sección Ordenes Militares: Libros de Visitas de la Orden de Santiago.
Libro 1101 – C, págs. 58 – 59.
[8]
Ibídem, pág. 59.
[9]
Ibídem, págs. 59 – 60.
[10]
Ibídem, págs. 61 – 63.
[11] HERNANDEZ GONZALEZ,
Salvador: “ La Parroquia de Santa María ... “, págs. 61 – 66.
[12]
A.H.N., sección Ordenes Militares: Libros de Visitas de la Orden de Santiago.
Libro 1101 – C, págs. 63 – 64.
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