"La proclamación del dogma de la Asunción (1950) a través de la prensa sevillana"
por
Salvador Hernández González
en
Asuncionista. Boletín
Religioso, Cultural e Informativo de la
Hermandad de Nuestra Señora de la
Asunción, Decano de Cantillana
n º 6 (agosto de 2000), págs. 27 – 34.
La proclamación del Dogma de
la Asunción de la Santísima Virgen por el Papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950,
acontecimiento de trascendental importancia para nuestra fe católica y cuyo
cincuentenario nos disponemos a conmemorar en este Año Santo Jubilar de 2000,
tuvo un amplio reflejo a través de la prensa sevillana de la época. No podía
ser de otro modo, si se tiene en cuenta no sólo la habitual presencia de
información sobre la vida religiosa y cofrade en las páginas de los periódicos
tanto ayer como hoy, sino también la larga y acendrada tradición asuncionista
de la Archidiócesis sevillana, que en aquel año se manifestó con especial
intensidad a través de un amplio programa de cultos, procesiones y actos
culturales [1].
Meses antes de la esperada
efemérides la capital hispalense se dispuso a preparar los grandes fastos con
los que se iba a celebrar la definición dogmática. Aunque en la ciudad se iba a
desarrollar como decimos numerosos eventos, una representación de Sevilla se
desplazaría a Roma para asistir a los actos allí previstos. Así se acordó en la
Comisión municipal permanente celebrada el 9 de septiembre, en la que se dio
lectura a “ una interesante propuesta del
Alcalde encaminada a que en el solemnísimo acto en que el orbe católico va a
escuchar de los propios labios del Sumo Pontífice, Vicario de Cristo en la
tierra, Su Santidad Pío XII, la definición dogmática de la Asunción de la
Virgen María a los cielos, se halle presente y dignamente representada nuestra
ciudad, la de más antigua tradición mariana y primer voto asuncionista“.
La representación sevillana pediría de antemano tribuna especial en el templo
de San Pedro, “ por la significación de
Sevilla en la devoción de la Asunción de la Virgen “, invitándose a
cabildos, asociaciones y corporaciones de notable fervor mariano y a la
Comisión de cofradías para que una delegación de las mismas se adscriba a la
representación de la ciudad, siendo sufragados los gastos por las arcas
municipales. Igualmente se acordó que el día de la fiesta de la Asunción
ondearía en la Casa Consistorial la bandera blanca y celeste “ que luce en la festividad de la Inmaculada
y que es muestra del marianismo de Sevilla “ [2].
Ya al siguiente de mes de
octubre, concretamente el día 21, la representación sevillana, presidida por el
alcalde, señor Piñar y Miura, emprendió, el camino hacia Roma - previa escala
en Madrid y Barcelona – “ para asistir a
la proclamación dogmática de la Asunción de la Virgen, lucrar las indulgencias
del Año Santo y hacer entrega de la reproducción del paso procesional de la
Virgen de los Reyes que, como presente y costado por suscripción pública, ofrece
Sevilla a Su Santidad el Papa “ [3].
Cuatro días más tarde, el 25, el literato José Andrés Vázquez, en un artículo
publicado en ABC de Sevilla bajo el
título de Sevilla y el dogma de la
Asunción e ilustrado con la reproducción fotográfica del relieve de este
misterio situado en el tímpano de la portada de su nombre en la Catedral de
Sevilla, subrayaba el importante papel jugado por Sevilla en conseguir la
definición del dogma asuncionista, testimoniado no sólo por “ los
numerosos templos de la capital y su archidiócesis y la dilatada iconografía
pictórica y escultórica dedicada a esta inefable advocación “ , sino por
las gestiones emprendidas hacía entonces medio siglo por algunos miembros del
Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de Sevilla en este sentido, elevando un
mensaje a la Santa Sede “ en el que se
recogieron firmas y adhesiones innumerables de la capital y su archidiócesis, y
de muchas ciudades y villas españolas que fueron invitadas o espontáneamente
acudieron “, aunque estas piadosas iniciativas tendrían que esperar para
recoger su fruto hasta 1950, cuando, en palabras del propio José Andrés
Vázquez, “ por Voluntad Altísima ya el
dogma de la Asunción es gozo y consuelo de las almas “ [4].
Desde el día 23 se
encontraba en Roma el Cardenal Segura, al que se le irían uniendo otras
autoridades españolas – entre ellas treinta y siete prelados - y los numerosos
grupos de peregrinos que ya estaban en camino. Así, el día 25 salió para Roma
el alcalde de La Coruña, portando un certificado del año 1940 “ en el que se acredita que la corporación
municipal coruñesa juró defender el dogma de la Asunción de la Virgen “.
El
propio día pasaba por Barcelona y de camino hacia Roma la comisión del
Ayuntamiento de Sevilla, “ presidida por
el Alcalde y la forman varios tenientes de alcalde y concejales; el canónigo de
la Catedral hispalense doctor Tovar, el predicador de la ciudad y Capellán Real
doctor Bandarán, el secretario de la Corporación Municipal y altos funcionarios
“ [5]. Para
el día 30 estaba prevista, a las nueve de la mañana, la salida de la
representación oficial española, integrada por el presidente de las Cortes y
del Consejo del Reino – en representación del Jefe del Estado - , ministro de
Educación Nacional, obispo de Madrid – Alcalá, algunos procuradores en Cortes y
los arzobispos de Santiago y Valencia y obispos de Avila, Cartagena, Ciudad
Real, Córdoba, Guadix – Baza, Jaén, Lérida, Málaga, Orense, Palencia,
Plasencia, Salamanca, Tánger, Vera Paz (Guatemala) y Vicario Apostólico de
Urubamba (Perú) [6].
El día 29 se recibía de la
Nunciatura Apostólica en España un comunicado en el que se concedía la
celebración, para el día uno del siguiente mes de noviembre, de una misa
solemne de la Asunción, añadiendo la oración del día, es decir, la de todos los
santos. En esa fecha a Roma llegaban continuos regueros de peregrinos de todo
el mundo que hacían ya muy difícil encontrar alojamiento en la Ciudad Eterna,
donde todavía se esperaba la llegada de “
38 cardenales, 132 arzobispos y 372 obispos de todas las partes del mundo “ y
algunas delegaciones de países de Hispanoamérica.
En la tarde del día anterior
había partido desde Valencia y en el vapor “ Ciudad de Sevilla “ la
representación del Ejército español, compuesta por unos seiscientos jefes y
oficiales de Tierra Mar y Aire. En el mismo día el Ayuntamiento de Cádiz acordó
asistir, bajo mazas, al pontifical que se celebraría en la Catedral de esta
ciudad, enviándose un expresivo mensaje al Nuncio de Su Santidad “ notificándole el júbilo de la ciudad por
el fausto acontecimiento “ [7].
Paralelamente, hay que recordar como en la capital hispalense se celebró un
acto asuncionista en el Coliseo España de la Avenida de la Constitución, en el
que el padre Ramón Cué lanzó un mensaje poético basado en la interpretación de la
Asunción del Greco [8]
La delegación española
llegaba a Roma – donde ya se encontraban más de ocho mil compatriotas - el día
30, alojándose sus componentes en la Embajada de España ante la Santa Sede. Al
mismo tiempo se iba intensificando el ambiente religioso: una procesión con una
imagen de Nuestra Señora de Montserrat recorría las calles de la urbe romana
para entronizarla en la iglesia de Santiago de los Españoles, “ seguida del abad mitrado (de Montserrat) y
de más de cuatro mil peregrinos y precedida por la escolanía famosa, perfumaba
su paso (...) con el cántico espléndido del Mirolay “.
El Santo Padre
concedía una audiencia a los mil quinientos maestros españoles que habían
realizado su peregrinación para este evento, seguida de una recepción a la misión
oficial española en la citada Embajada de España, “ a la que han concurrido gran parte de la colonia, altas dignidades
eclesiásticas y numerosas personalidades italianas y del Vaticano “. El
mismo día se reunió el Sagrado Consistorio para proclamar el tan esperado
dogma, con la presencia del Papa, quien destacó en su alocución que “ se trata de un acontecimiento que colmará
de infinita alegría a Nos, a vosotros y a todo el mundo católico (...) Que este
acontecimiento quede en honra del santo nombre de Dios y en utilidad de la
doctrina cristiana, y sea para todos un nuevo símbolo de piedad hacia la
Santísima Virgen “ [9].
La víspera de la trascendental fecha
asuncionista del 1 de noviembre de 1950 estuvo marcada en Roma por la profusión
de actos religiosos y “ de emociones que
van plegándose vertiginosamente en cada hora, en cada minuto que pasa “ . Así,
Julián Cortés Cavanillas, corresponsal del ABC,
señalaba que “ España – firma clabarda de una fe vigorosa
en el amor a la Virgen – va bordando, con la participación de sus peregrinos,
las cenefas rutilantes de oro y arabescos del universal tapiz asuncionista de
María Inmaculada con manifestaciones elocuentemente expresivas de su constante
fidelidad y perpetuo homenaje a la Madre de Dios “. En efecto, en la mañana
del 31 de octubre la representación oficial del Gobierno español asistió a una
misa en la iglesia de Montserrat, a cuya conclusión se rezó un responso ante la
tumba del rey Alfonso XIII. Por la tarde se trasladó la imagen de la Virgen
bajo la advocación de Salus Populi Romani
en multitudinaria procesión desde la iglesia de Santa María de Araceli a la
Basílica de San Pedro, a cuya llegada “
la voz del Papa (...) recitó la bellísima oración que el Santo Padre ha
compuesto en honor de la Asunción de María, y vino después el otro momento, en
que las aclamaciones de aquella inmensa multitud se hicieron tempestad en la
noche serena y estrellada que va gestando el día más glorioso para la
catolicidad del siglo XX, en que el dogma mariano de la Asunción se proclamaba
“ urbi et orbe “ en loor eterno, en lo humano, de Nuestra Señora “.
Finalizada la procesión, Pío XII impartió su bendición a la enorme multitud
allí congregada, orando a continuación ante la imagen de la Virgen. El mismo
día comenzó, en la Congregación de Propaganda Fide, el Congreso Mariano [10].
En Sevilla, recordemos que la Diputación Provincial acordó – en el pleno
celebrado en esta fecha – adherirse a todos estos actos, y ya en la tarde de
este último día de octubre salió en procesión extraordinaria la Esperanza de
Triana, por una ciudad en la que “
cundieron las iluminaciones por doquier y las colgaduras. Las Casas
Consistoriales vistieron sus galas con tapices, reposteros, flores y luces, y
ante ellas hubo conciertos musicales, que dieron a la noche ese airecillo de
fiesta mayor que impregna todavía – gracias a Dios – los mejores días de la
Tierra de María Santísima “ [11].
El programa de actos del
gran día – anunciado por el diario ABC en
la portada de su edición sevillana con la reproducción de un grabado antiguo de
la Asunción de la Virgen, seguido por un artículo de Luis Araujo Costa sobre el
dogma asuncionista [12]
- se dividió en dos partes: la solemne definición dogmática en la plaza de San
Pedro, y a misa pontificia en la Basílica. La mañana comenzó con la procesión
episcopal que por la vía de la Conciliación y escoltada por la Guardia suiza se
dirigió hasta la plaza de San Pedro, donde en una tribuna especial se
encontraban las representaciones oficiales, entre ellas la española.
A las nueve
en punto apareció Su Santidad, quien se dirigió, bajo palio y en la silla
gestatoria, a la plaza, impartiendo su bendición. Una vez instalado el
Pontífice en su trono ante la fachada principal de San Pedro, recibió el voto
de obediencia del Sacro Colegio Cardenalicio, tras lo cual el cardenal
Tysserant, encargado de pedir al Santo Padre la proclamación del dogma de la
Asunción, pronunció la solicitud, elevándose a continuación, en medio de un
silencio impresionante, plegarias al Espíritu Santo. A las nueve y media en
punto Pío XII hizo la proclamación solemne del dogma de la Asunción de la
Santísima Virgen a los cielos, pronunciando la definición en latín, acogida por
los fieles con las más vibrantes demostraciones de entusiasmo. Seguidamente Su
Santidad se dirigió en italiano a los fieles allí congregados, señalando, entre
otras palabras, “ que la Madre de Dios
tiene otra corona más fulgurante (...) Desde tanto tiempo invocado, finalmente
este día es nuestro y es vuestro (...) La humanidad que en nada cree va viendo
como la Virgen Santísima nos va llenando de gracia (...) Aquella que fue
destinada por Dios a ser la Madre del Verbo encarnado, recibe hoy la palabra de
Dios (...) Hoy nos cumple suplicar a la Virgen de la Asunción para que nos
devuelva el amor hacia el prójimo y la confianza en nuestros hermanos y que
vuelva la caridad (...) “.
La segunda parte de la
ceremonia fue como hemos dicho la misa de pontifical en el interior de la
Basílica. A continuación de la oración inicial del Papa, de rodillas, entre
cardenales, arzobispos y obispos, comenzó la misa con las oraciones rituales,
mientras se entonaba el canto de tercia. Cuando el Pontífice subía las gradas
del altar comenzaron los cánticos de la misa de Palestrina compuesta en honor
de la Asunción. Finalizada la misa, se organizó el cortejo de salida, presidido
nuevamente por Pío XII desde la silla gestatoria en medio de un inmenso gentío,
concluyendo los actos cerca de la una de la tarde [13].
Paralelamente, en nuestro
país se sucedían fervorosos y solemnes actos para conmemorar tan histórica
jornada para el catolicismo español. En la Catedral de Toledo, el Cardenal
Primado, Doctor Pla y Deniel, tras escuchar por la retransmisión desde el
Vaticano, ofició un solemnísimo Te Deum y pontifical. En Madrid hubo misa
solemne en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción. En Cádiz se celebró
en la catedral un solemnísimo pontifical, presidido por las autoridades y las
corporaciones municipal y provincial, ambas bajo mazas, y ya a la tarde salió
una magna procesión moriana. En Sevilla, con el templo metropolitano abarrotado
de fieles, también se retransmitió la ceremonia vaticana, celebrándose la misa
de la Asunción – con música de Palestrina – por expresa concesión pontificia,
para organizarse inmediatamente la procesión al Monumento de la Plaza del
Triunfo [14].
Y en el caso de Cantillana,
el fervor asuncionista no podía menos que desbordarse, como elocuentemente lo
recoge la prensa de la época [15]
:
“ Cantillana, durante los
días 31 de octubre y primero de noviembre ha vivido unas fechas de regocijo,
pues se han visto colmadas sus aspiraciones de tantos años.La mayor parte del
pueblo ostentaba colgaduras, balcones y fachadas artísticamente adornadas y
varios altares en las calles, haciendo además imágenes de la Asunción
gloriosa.Desde el amanecer del día 31, muchos cientos de cohetes atronaban en
espacio y en la noche una profusión enorme de alumbrado daba un aspecto
parecido a la víspera del día del Corpus en Sevilla.Todo el pueblo se echó a la
calle para ver las colgaduras y alumbrado, semejando uno de los mayores días de
fiesta.Llegado el día primero, acudió un enorme gentío a la iglesia parroquial
para oír la santa palabra de Su Santidad el Papa. Precedió una Comunión general
numerosísima. En la noche del día primero, un Rosario asuncionista, casi
improvisado, circuló (por) las calles del pueblo. No se ha conocido jamás un
acto de fervor tan grande como el de esta noche. En dicho Rosario iban gran
cantidad de hombres y muchachos y el número de mujeres y niños podría contarse
por millares.A la terminación de este acto se cantó en la iglesia parroquial el
Himno Mariano y una Salve en acción de gracias por todos los congregados y al
entrar el Rosario en su ermita se cantó por todo el pueblo el Himno de la Asunción,
hermoso canto, cuyas estrofas exaltan los corazones “.
Paralelamente, el importantísimo papel desempeñado por Cantillana en
el movimiento asuncionista hispalense fue subrayado en algunos artículos de
sentido histórico y literario, como el de C. Gómez Bajuelo en el diario ABC de Sevilla , donde se hace se traza
una síntesis histórica de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción y se
reseñan sus valores artísticos, entre los que destaca su magnífico retablo
mayor, presidido “ por la bellísima
escultura “ de la Titular [16]. En el mismo sentido se
expresaba Luis J. Pedregal al tratar, en la revista Archivo Hispalense, sobre la devoción asuncionista en Sevilla [17].
En consonancia con la trascendencia del momento que se estaba
viviendo, la Santísima Virgen de la Asunción recorrió las calles de Cantillana
en procesión extraordinaria el siguiente 3 de diciembre, en rotunda
manifestación de fervor que haría acreedora a su Hermandad de la bendición
pontificia de Pío XII, enviada a través de telegrama dirigido al párroco Don
Francisco Ruiz Calaña [18], lo que en definitiva
viene a confirmar la intensidad con que se vivió esta efemérides, que hemos
querido evocar en estas páginas.
*
Publicado en Asuncionista. Boletín
Religioso, Cultural e Informativo de la Hermandad de Nuestra Señora de la
Asunción, Decano de Cantillana n º 6 (agosto de 2000), págs. 27 – 34.
[1] POZO
RUIZ, Alberto: “ Sevilla y la Proclamación Dogmática Asuncionista “, en Boletín Religioso, Cultural e Informativo de
la Hermandad de Nuestra Señora de la Asunción, Decano de Cantillana, n º 5
(agosto de 1999), págs. 19 – 23.
[2]
HEMEROTECA MUNICIPAL DE SEVILLA (en adelante, H. M. S.): ABC de Sevilla, n º 14.687 (10 – IX – 1950), pág. 15: “ A la
Definición Dogmática en Roma de la Asunción de la Virgen asistirá el Municipio
sevillano “.
[3]
H.M.S.: ABC de Sevilla, n º 14.720
(22 – X – 1950), pág. 15: “ Salió para Roma la representación sevillana,
presidida por el Alcalde, que asistirá a la proclamación dogmática de la
Asunción “.
[4]
H.M.S.: ABC de Sevilla, n º 14.722
(25 – X – 1950), pág. 5: “ Sevilla y el Dogma de la Asunción “, por José Andrés
Vázquez.
[5]
H.MS.: ABC de Sevilla, n º 14.723 (26
– X – 1950), pág. 14: “ Ante la proclamación del Dogma Asuncionista “.
[6]
H.M.S.: ABC de Sevilla, n º 14.724
(27 – X – 1950), pág. 16: “ Ante la proclamación del Dogma Asuncionista “.
[7]
H.M.S.: ABC de Sevilla, n º 14.726
(29 – X – 1950), pág. 12: “ Ante la proclamación del Dogma Asuncionista “.
[8] POZO
RUIZ, Alberto: “ Sevilla y la Proclamación Dogmática Asuncionista “, op. cit.,
pág. 19.
[9]
H.M.S.: ABC de Sevilla, n º 14.727
(31 – X – 1950), págs. 15 – 16: “ Se reúne el Consistorio para promulgar el
Dogma de la Asunción “.
[10]
H.M.S.: ABC de Sevilla, n º 14.728 (1
– XI – 1959), págs. 11 – 12: “ El Dogma Glorioso de la Asunción será hoy
definido y proclamado solemnemente por Pío XII “.
[11]
Ibídem, pág. 13 y 19.
[12]
Ibídem, portada y pág. 3.
[13]
H.M.S.: ABC de Sevilla, n º 14.729 (2
– XI – 1950), págs. 7 – 9: “ Su Santidad Pío XII, ante multitudinaria
representación del orbe católico que llenaba la Plaza de San Pedro, de Roma,
proclama solemnemente el dogma de la Asunción a los cielos, en cuerpo y alma,
de la Santísima Virgen Inmaculada “.
[14]
Ibídem, pág. 10.
[15]
H.M.S.: El Correo de Andalucía, n º
17.298 (12 – XI – 1950), pág. 7: “ Cantillana celebra la proclamación del Dogma
Asuncionista “.
[16]
H.M.S.: ABC de Sevilla, n º 14.744
(19 – XI – 1950), pág. 5: “ Cantillana, lugar señero en el fervor asuncionista
“, por C. Gómez Bajuelo.
[17]
PEDREGAL, Luis J.: “ La devoción asuncionista en Sevilla. Aportación para su
historia “, en Archivo Hispalense, n
º 43 – 44 (1950), págs. 268 – 269.
[18]
H.M.S.: El Correo de Andalucía, n º
17.323 (13 – XII – 1950), pág. 2: “ El Santo Padre bendice a la Hermandad de la
Asunción de Cantillana “.
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