"Llerena en los textos impresos de los siglos XVII, XVIII y XIX:
Una bibliografía olvidada"
por
Salvador Hernández González
en
Torre Túrdula n º 9
(Llerena, agosto de 2004), págs. 28 – 30.
El
protagonismo histórico de Llerena a lo largo de la Edad Moderna tiene fiel
reflejo no sólo en su destacado patrimonio monumental sino también en una densa
historia que llena muchas páginas de los más dispares archivos y bibliotecas.
En esta ocasión queremos traer a colación una bibliografía un tanto olvidada y
poco conocida, consistente en aquellos impresos de los siglos XVII y XVIII que
hoy integran las secciones de “ raros “ o “ fondos antiguos “ en bibliotecas
especializadas, obras de difícil localización y de no fácil consulta para el
público ajeno a los afanes y dinámica de la investigación histórica.
En estos
interesantes fondos Llerena se halla presente en una serie de títulos muy
variopintos, conformados por obras de muy diversa naturaleza: sermones,
oraciones fúnebres, memoriales, relaciones de autos de fe, etc., que integran
una producción literaria que pudiera denominarse “ menor “, pero no por ello
menos interesante, si se pone en comparación con los textos de la literatura
que entendemos como “ clásica “ o identificada con los autores del Siglo de
Oro, en las que desde luego Llerena tuvo igualmente su protagonismo gracias a
la participación de ingenios como Luis Zapata de Chaves o Catalina Clara de
Guzmán, que por ser sobradamente conocidos no abordamos aquí.
A ello hay que
añadir el favorable e importante factor de la actividad de la imprenta en la
localidad durante el siglo XVIII, cuyas prensas alumbraron una producción –
catalogada en su día por Rodríguez Moñino [1] – en la que tuvieron cabida tanto temática y
autores locales como de otras localidades de la región, aunque como es obvio
nosotros nos ocuparemos ahora de la temática estrictamente llerenense.
Por ello en
esta ocasión queremos rescatar, a través de algunos conocidos repertorios
bibliográficos como los de Palau y Dulcet, Simón Díaz y Aguilar Piñal, esa
curiosa miscelánea de impresos olvidados que constituyen una sugerente fuente
complementaria para la historia local, títulos que para mayor claridad
agruparemos siguiendo una clasificación temática y dentro de ella los
dispondremos por orden cronológico.
Dentro de
las materias de estos raros impresos ocupa un porcentaje mayoritario, como era
propio de la época, los temas religiosos, máxime en una ciudad como Llerena que
unía a su condición de capitalidad religiosa del Priorato de León de la Orden
de Santiago el ser también sede de uno de los tribunales del Santo Oficio de la
Inquisición, efervescencia religiosa incrementada además con el complemento de
la amplia nómina de comunidades religiosas asentadas en la localidad.
Comenzando
por el Tribunal de la Inquisición, la celebración de autos de fe en Llerena
quedaba plasmada en las relaciones que se imprimían para la ocasión, en las que
se relataban los pormenores de tan lúgubre espectáculo, desde los preparativos
previos y el desarrollo de la ceremonia hasta la nómina de los reos, la naturaleza
de sus culpas y los castigos impuestos, relato que perseguía un efecto
propagandístico que asegurase el orden social estamental existente y
salvaguardase la unidad de la fe, puesta en peligro por la disidencia religiosa
de protestantes, moriscos y judaizantes.
Aunque no todas estas relaciones de
autos de fe vieron la luz pública – todavía quedan algunas de ellas manuscritas
en fondos de bibliotecas como la Biblioteca Nacional de Madrid – sí podemos
señalar algunas de las que fueron impresas.
En los
primeros años del siglo XVII tenemos la Descripción
de la Inquisición y número de las de España, con algunas cosas sucedidas en
autos de los años 1601, 1603 y 1604, celebrados en la villa de Llerena,
obra de la que se sabe que se imprimió en 1605, pero no el lugar ni el
impresor, cuya autoría corresponde a Francisco del Castillo, nacido en Llerena
al decir de Simón Díaz, quien al igual que Barrantes apunta que no se conocen
ejemplares de esta obra [2].
En la recta final de la centuria encontramos a Fray Pedro de Santiago, autor de
la Publicación de edicto celebrado por el
Santo Tribunal de la ciudad de Llerena en su iglesia de Santa María de la
Granada, domingo 27 de febrero de 1684, impresa en Sevilla en dicho año,
obra registrada en el clásico repertorio bibliográfico de Palau pero sin
indicar localización de ejemplares [3].
Las
siguientes relaciones de autos de fe abarcan algunos años consecutivos de la
década de los veinte del siglo XVIII, época en la que el tribunal parece haber
perdido parte de la ferocidad de sus tiempos de esplendor.
La primera,
catalogada por Barrantes, es la Relación
de los reos que salieron en Auto público de Fe a la iglesia de Santa María de
la Granada de esta ciudad de Llerena, lunes 30 de noviembre de 1722 años, día
de San Andrés Apóstol, de la que no consta el lugar de impresión, tal vez
Madrid, sino tan sólo la referencia de que estaba a la venta “ en la plazuela de la calle de la Sartén,
en casa de Isidro José Serrete, librero y portero de la ilustre Congregación de
San Pedro Mártir, de los señores y ministros familiares del Santo Oficio. Barrantes,
que lo manejó, extracta la relación de reos, todos vecinos de localidades
bajoextremeñas, excepto Llerena, ausente esta vez de entre las víctimas [4].
La segunda
es la Relación del Auto particular de Fe
que celebró el Santo Oficio de la Inquisición de Llerena el día de Santa Ana de
este año de 1723 en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Granada. Igualmente
registrada por Barrantes y con el mismo punto de venta que la anterior, entre
los penitenciados figura en esta ocasión Guiomar Méndez, vecina de Llerena [5]
. Aguilar Piñal recoge otro punto donde la obra se vendió, concretamente el
mercader de libros Manuel de los Ríos en la sevillana calle de Génova, al
tiempo que localiza un ejemplar de esta obra en la British Library de Londres [6].
Dos años
después se fecha la tercera, bajo el título de Relación de los autos particulares que se han celebrado en la
Inquisición de Llerena el domingo cuatro de febrero de este presente año de
1725 en la Iglesia Parroquial de Santa María de la Granada, fichada en el
repertorio de Barrantes, quien señala que tiene el mismo colofón de las
anteriores relaciones [7].
Un ejemplar se conserva en la Biblioteca Nacional, como apunta Aguilar Piñal [8].
En el mismo
año se fecha la cuarta, titulada Relación
de los autos particulares que el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de
Llerena celebró en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Granada el día
26 de agosto de 1725. Barrantes vio ésta y sus compañeras encuadernadas en
un volumen en casa del librero de Madrid Don Mariano Murillo a finales del
siglo XIX. Por su parte, Aguilar Piñal precisa que estuvo a la venta en Sevilla
en casa del citado librero Manuel de los Ríos, localizando – al igual que de la
relación del auto de fe de 1723 – un ejemplar en la londinense British
Library [9].
Cerrando
este ciclo, tenemos la Relación de los
autos particulares de fe que se han celebrado en la Inquisición de Llerena el
día catorce de mayo en el convento de Santa Clara de dicha ciudad en este
presente año mil setecientos treinta. Desconocida por Barrantes, Aguilar
Piñal menciona la existencia de un ejemplar en la Biblioteca Nacional de Madrid
[10].
Otros
aspectos de la vida institucional de la Inquisición llerenense fueron
igualmente plasmados en papel impreso. Era normal que los miembros del temido
tribunal del Santo Oficio estuviesen agrupados en cofradías bajo la advocación
de San Pedro Mártir, santo también conocido como San Pedro de Verona, dominico
de los primeros tiempos de la Orden, muerto en 1252 a manos de los herejes de
Lombardía, donde era inquisidor, por lo que se consideraba patrón de la
Inquisición. De ahí derivó la proliferación de cofradías bajo su advocación,
como la que se instituyó en nuestra localidad, de la que se conocen sus
estatutos, bajo el título de Constituciones
y Ordenanzas para la buena dirección, conservación y administración de la
cofradía de San Pedro Mártir erigida en la ciudad de Llerena y confirmada por
los Señores del Consejo de la ... Inquisición, carentes de fecha y lugar de
edición, impreso del que Simón Díaz cita un ejemplar en la Biblioteca Nacional [11].
Otro santo homónimo venerado por la Inquisición fue San Pedro de Arbués,
canónigo de Zaragoza y uno de los primeros inquisidores de Aragón, asesinado,
según se cree, por los judíos cuando oraba ante el altar, en 1485. Como muestra
de la promoción de su culto por parte del Santo Oficio podemos citar para
nuestro caso el Sermón panegírico del
Señor San Pedro de Arbués, Mártir de Jesucristo e Inquisidor Apostólico de la
Fe, predicado al Tribunal de Llerena el 17 de septiembre de 1773 por el
capuchino fray Luis Antonio de Sevilla, cronista de su orden en Andalucía y
capellán de la Maestranza de Caballería de Ronda. De este sermón, editado en la
localidad sevillana de Ecija por el impresor Benito Daza en 1774, se conocen
algunos ejemplares que cita Aguilar Piñal repartidos entre la Academia de la
Historia, Biblioteca de los Padres Capuchinos de Sevilla y Biblioteca Municipal
de Valencia [12].
Los
conventos de la localidad tuvieron igualmente cierta participación en esta
oratoria sagrada imbuida de la retórica propia de la literatura barroca, cuyas
piezas de más éxito quedaban transmitidas para la posteridad a través de la
impresión de los sermones en cuestión, en cuyos aparatosos títulos se expresaba
con todo detalle no sólo el título de la pieza oratoria, sino el predicador,
lugar y fecha donde se predicó y como colofón el nombre del impresor y la
localidad de residencia de este último.
Así, para el caso de nuestros
franciscanos nos encontramos con la Oración
fúnebre en las solemnes honras que celebró el día veinte y siete de agosto de
el año de mil setecientos cincuenta y cuatro el convento de San Buenaventura,
de la Regular Observancia de Nuestro Padre San Francisco de la Ciudad de
Llerena, pronunciada en memoria de fray Antonio Curvo por el padre fray
Fernando Caballero, Guardián o superior de la casa. De esta obra, impresa en la
propia localidad por Francisco Rodríguez de la Peña en el mismo año, y que
Rodríguez Moñino poseyó en su biblioteca [13]
, existe un ejemplar en la Biblioteca Pública de Cáceres, según apunta Aguilar
Piñal [14].
En esta misma línea del elogio fúnebre de las virtudes del finado podemos
señalar, ahora para los jesuitas llerenenses, la Carta del Padre José de Azcoitia, Rector del Colegio de Llerena de la
Compañía de Jesús sobre la muerte del Padre Bernardino Brizuela, sin lugar
de impresión pero fechada el 18 de enero de 1732, de la que Aguilar Piñal
localiza su existencia en la Biblioteca Universitaria de Granada [15].
Y en otras ocasiones lo que salían de las prensas eran alegatos reivindicando
los privilegios o inmunidades de las comunidades religiosas, como es la ambigua
cita que hace Palau del Memorial a la
Reina Nuestra Señora y a sus Reales Consejo de Castilla y Hacienda presentado
por Alonso de Toro al parecer en favor de la comunidad de los Predicadores – o
lo que es lo mismo, los dominicos – de Llerena a finales del siglo XVII [16].
A esta
misma corriente de alegatos, memoriales y peticiones tampoco fueron ajenas las
autoridades civiles, cuyas interferencias jurisdiccionales les conducían a una
constante lucha por parcelas de poder, generando en su defensa nutridos textos
en demanda de sus derechos y privilegios, que acababan por colapsar la
maquinaria burocrática de los diferentes organismos administrativos de la
España de los siglos XVII y XVIII.
La dependencia jurisdiccional de Llerena con
respecto a la Orden de Santiago generaba algunas tensiones entre las autoridades
locales y el Prior de San Marcos de León, cabeza de dicha jurisdicción. Una
muestra de estas disputas la tenemos en el Memorial
alegado a la Católica y Real Majestad de Felipe Cuarto por las ciudades de
Salamanca, Mérida, Llerena y otras principales de Extremadura y los religiosos
de San Marcos de la ciudad de León ... sobre la injusticia de la alternativa y
coartación de votos que se pide y nulidad de la elección de Prior de dicho
convento. Impreso en Madrid en la Imprenta Real en 1640, la redacción de su
texto se debe al portugués Agustín Barbosa, nacido en Guimaraes en 1590, quien
tras estudiar Leyes y Cánones en la Universidad de Coimbra ocupó los cargos de
Protonotario Apostólico, Abad de Mentrestido y Tesorero Mayor de la catedral de
Guimaraes, siendo designado en 1648 como obispo de Ugento, donde murió al año
siguiente. Simón Díaz, que incluye esta obra en su repertorio, no recoge en
cambio la localización de ejemplares de la misma [17].
Las disputas jurisdiccionales asoman, ya en el siglo XVIII, en el Informe sobre competencia de jurisdicciones
entre el Consejo de Ordenes y la Audiencia de Cáceres en materia de elecciones
de Justicia en Mérida y Llerena, redactado en 1795 por el Conde de
Campomanes, que como se sabe fue un destacado ministro bajo el reinado de
Carlos III. Aguilar Piñal cataloga un ejemplar conservado en la Academia de la
Historia [18].
En otras
ocasiones la preocupación por los temas económicos, propia del reformismo de la
Ilustración, se manifestaba en proyectos de mejora de las actividades
agrícolas, ganaderas o fabriles, que no siempre llegaban a buen puerto pero que
evidenciaban la buena voluntad de nuestros ilustrados dieciochescos por
fomentar el progreso del país y sacarlo del atraso socio – económico.
Siendo
Extremadura una de las regiones más desfavorecidas, nada tiene de extraño que
algunos de estos planes la tuvieran en el punto de mira. Incluso la propia
Llerena, en consideración de su peso jurisdiccional en la Baja Extremadura,
llegó a ser objetivo de estos planteamientos reformistas. En este sentido,
podemos traer a colación la Planta de la
Compañía que se intenta formar en la Ciudad de Llerena para la fábrica de
diferentes géneros de lana y comercio de mercaderes de la provincia de
Extremadura, obra anónima sin lugar ni año de edición, pero del siglo XVIII
en opinión de Palau [19]
, aunque no conocemos ejemplares de la misma. En la misma línea pero ya
adentrado en el siglo XIX hay que citar a Miguel Pérez Caballero y Ronquillo,
autor del Discurso en forma de circular
para la apertura de la Cátedra de Agricultura mandada instalar de Real Orden de
Su Majestad en la ciudad de Llerena para los 44 pueblos de su partido,
texto editado en 1817 por el impresor Sigüenza y Vera, como apunta Palau en su
repertorio bibliográfico [20].
Igualmente
fueron objeto de la imprenta otros aspectos de la vida local, como
celebraciones festivas, prodigios naturales, descripciones de la ciudad, etc.,
que por su rareza, curiosidad e interés eran acreedores a ser transmitidos a la
posteridad en letras de molde. Ya a mediados del Setecientos contamos con la
conocida semblanza de Llerena que realiza el clérigo portugués Luis Cayetano en
su Prontuario Llerenense, publicado
en la propia localidad por el impresor Francisco Rodríguez en 1746, obra de la
que Aguilar Piñal cita un ejemplar, aunque sin precisar su signatura, existente
en la biblioteca de la Hispanic Society de Nueva York [21].
Otro lo poseyó Rodríguez Moñino en su biblioteca particular [22].
En la recta
final de la centuria un raro caso acaecido en la localidad despertó la atención
de Francisco Salva y Campillo, médico de la Real Cámara y Académico de la Real
de Medicina Práctica de Barcelona, quien lo dio a conocer en su Carta a un amigo sobre el éxtasis de la
decantada mujer del lugar de Llerena, opúsculo publicado en la citada
capital catalana en 1779, aunque según Aguilar Piñal no se ha localizado ningún
ejemplar [23].
Por último,
señalaremos como los acontecimientos políticos de la época son también fuente
fecunda de inspiración para la pluma. Así, ya a comienzos del siglo XIX el
ascenso al poder del extremeño Manuel Godoy, conocido como el Príncipe de la
Paz, provocó la génesis de piezas oratorias marcadas por la adulación hacia el
nuevo valido de Carlos IV, como el Discurso
congratulatorio con que felicitó a la ciudad de Llerena el Doctor Don Francisco
María Riesco [Inquisidor Decano] en
la ocasión de los festivos aplausos con que celebró la exaltación del
Serenísimo Señor Príncipe de la Paz a la Dignidad de Grande Almirante de España
e Indias y Protector del Comercio Marítimo en el mes de mayo de 1807. Impreso
en 1807 en Badajoz en la imprenta de Don Francisco Jutglá, administrada por
Lucas Marino, es recogido tanto por Palau como por Aguilar Piñal, autor este
último que lo localiza en los fondos de la Biblioteca Nacional [24].
En
definitiva, a través de estas pinceladas bibliográficas hemos querido rescatar
del olvido una miscelánea de títulos como vemos de las más dispares temáticas y
que hoy duermen en los depósitos de las bibliotecas esperando que de su lectura
y análisis surjan nuevas aportaciones para el conocimiento de la historia de
Llerena. El reto estriba a partir de ahora en conseguir disponer de esos textos
y completar con ellos esa bibliografía local tan rica y variada que no hace
sino subrayar la importancia y el peso de nuestra localidad en el contexto
regional, visible bien a las claras en su presencia en esta producción impresa
de los siglos XVII, XVIII y XIX evocada en estas páginas.
*
Publicado en Torre Túrdula n º 9 (Llerena,
agosto de 2004), págs. 28 – 30.
[1]
RODRIGUEZ MOÑINO, Antonio: La imprenta en
Extremadura (1489 – 1800). Madrid, 1945. Págs. 78 – 98.
[2] SIMON
DIAZ, José: Bibliografía de la literatura
hispánica, tomo VII. C.S.I.C., Madrid, 1961. Pág. 664; BARRANTES, Vicente: Aparato bibliográfico para la Historia de
Extremadura. Vol. II. Madrid, 1875. Pág. 360.
[3] PALAU
Y DULCET, Antonio: Manual del librero
hispanoamericano, tomo XX. Barcelona, 1968. Pág. 22.
[4]
BARRANTES, Vicente: Op. cit., pág. 382.
[5]
Ibídem, págs. 382 – 383.
[6]
AGUILAR PIÑAL, Francisco: Bibliografía de
autores españoles del siglo XVIII. Tomo X. C.S.I.C., Madrid, 2001. Pág. 60.
Da la signatura 4625, g. l. (47).
[7]
BARRANTES, Vicente: Op. cit., pág. 383.
[8]
AGUILAR PIÑAL, Francisco: Op. cit., tomo X, pág. 66, dando como signatura V.
Cª. 294 (44).
[9]
Ibídem, tomo X, pág. 66, señala la signatura 4625 g. l. (62).
[10]
Ibídem, tomo X, pág. 81, aporta la signatura V.Cª. 1117 (4).
[11]
SIMON DIAZ, José: Bibliografía regional y
local. I. – Impresos localizados (siglos XV – XVII). C.S.I.C., Madrid,
1976. Pág. 149. Da como signatura R – Varios, 201 – 72.
[12]
AGUILAR PIÑAL, Francisco: Op. cit., tomo V. C.S.I.C., Madrid, 1989. Pág. 268.
Recoge las signaturas de los ejemplares de la Real Academia de la Historia, 14
– 26 – 3 – 7839, y Biblioteca Municipal de Valencia, Ch. 694 – 104.
[13]
RODRÍGUEZ MOÑINO, Antonio: Op. cit., págs. 88 – 89.
[14]
AGUILAR PIÑAL, Francisco: Op. cit., tomo II. C.S.I.C., Madrid, 1983. Pág. 13;
tomo X, pág. 631. Su signatura es 2 – 14389.
[15]
Ibídem, tomo I. C.S.I.C., Madrid, 1981. Pág. 471. Remite a la signatura A – 31
– 244 (9).
[16]
PALAU Y DULCET, Antonio: Op. cit., tomo XXIII. Barcelona, 1971. Pág. 306
[17]
SIMON DIAZ, José: Op . cit., tomo VI. C.S.I.C., Madrid, 1961. Pág. 298.
[18]
AGUILAR PIÑAL, Francisco: Op. cit., tomo VII. C.S.I.C., Madrid, 1993. Pág. 229.
La signatura es 24 – 5 – B – 133.
[19] PALAU Y DULCET, Antonio:
Op. cit., tomo XIII. Barcelona, 1961. Pág. 323.
[20]
Ibídem, tomo XIII, pág. 36.
[21]
AGUILAR PIÑAL, Francisco: Op. cit., tomo II, pág. 355;
[22]
RODRIGUEZ MOÑINO, Antonio: Op. cit., págs. 81 – 83.
[23]
AGUILAR PIÑAL, Francisco: Op. cit., tomo VII. Pág. 431.
[24]
PALAU Y DULCET, Antonio: Op. cit., tomo XVI. Barcelona, 1964. Pág. 150; AGUILAR
PIÑAL, Francisco: Op. cit., tomo VII, pág. 124, quien da como signatura V. E.,
caja 508 (20).
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